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Hidrocarburos

| Artículos de opinión

El "fracking" y las necesidades sociales

Autor | Ignacio Sabbatella


Conflictos de Interes
El autor no manifiesta conflictos de interés


09-12-2013 | Una contribución al debate suscitado por la explotación no convencional de hidrocarburos, especialmente la técnica del fracking.


El fracking está dando lugar a un encendido intercambio entre posiciones "desarrollistas" y "ecologistas" por poner un nombre, sin ánimos de generar un encasillamiento. Aquí disentiremos en distinto grado con ambas posturas anteponiendo el concepto de necesidad social para evaluar la compleja relación entre sociedad y naturaleza, específicamente la explotación de bienes no renovables.

La Argentina se encuentra frente a una encrucijada histórica en cuanto a la definición de una política energética de largo plazo. La expansión de la demanda en el marco del crecimiento económico experimentado en la última década llevó a la crisis final de la reforma neoliberal del sector hidrocarburos. La estrategia privada se asentó en la sobreexplotación de los yacimientos convencionales descubiertos en gran parte por la YPF estatal y al abandono de la actividad exploratoria. El saldo fue una caída pronunciada de la productividad de los yacimientos de petróleo a partir de 1999 y de gas a partir de 2005. La creciente importación de gas natural y combustibles ha derivado en un déficit comercial energético desde 2011 que reaviva el fantasma de la restricción externa sobre la economía nacional.

La recuperación del control estatal de YPF fue un hito y la nueva gestión frenó el declino de la extracción, pero apenas representa un tercio del mercado de crudo y un cuarto del mercado de gas. En consecuencia, en 2012 la importación de energía implicó 9.266 millones de dólares (un 13,5% respecto al total de las importaciones) y el déficit fue de 2.738 millones de dólares (equivalente al 21,6% del superávit comercial total logrado en el año).

Los recursos hidrocarburíferos de explotación no convencional (fundamentalmente shale gas y shale oil) se presentan como la gran promesa para recobrar el autoabastecimiento energético, especialmente la formación Vaca Muerta en la Cuenca Neuquina. Se precisan inversiones millonarias y la utilización de la fractura hidráulica en combinación con la perforación horizontal. Esta nueva modalidad de explotación exige un esfuerzo conjunto entre Nación y provincias para implementar estrictos controles ambientales y establecer un ordenamiento territorial que resguarde a las comunidades locales y a otras actividades productivas. Por otro lado, hay que señalar que todavía existe un alto grado de incertidumbre respecto a la conversión en reservas de los "recursos técnicamente recuperables" de shale contabilizados por la Agencia de Información Energética de EEUU. Además, el cálculo más optimista realizado por el especialista de la Fundación Bariloche, Nicolás Di Sbroiavacca, ubica la recuperación del autoabastecimiento recién en el año 2022 (Di Sbroiavacca, Nicolás (2013). Shale oil y shale gas en Argentina. Estado de situación y prospectiva. Documento de Trabajo. Fundación Bariloche). Por lo tanto, la política energética no puede focalizarse exclusivamente en el shale y debería abrirse un abanico de medidas para paliar el déficit comercial. A corto y mediano plazo, atenuar la demanda a través de una fuerte campaña de uso eficiente y racional de la energía a nivel industrial, residencial, comercial y del transporte; y continuar con la quita de subsidios a los sectores más pudientes. A largo plazo, promover la diversificación de la matriz energética hacia fuentes renovables. Un involucramiento estatal más decidido en el sector eólico sería un paso fundamental.

De la misma manera que no es conveniente entronizar la explotación no convencional, tampoco debería ser demonizada. No es adecuado englobar distintas actividades primarias de gran escala bajo el rótulo peyorativo de "extractivismo"; tampoco es adecuado patrocinar acríticamente cualquier modalidad de extracción y tecnología en pos del "desarrollo". En ese sentido, el fracking difiere, por ejemplo, de la minería aurífera en al menos dos puntos. En primer lugar, la explotación del shale es liderada por el Estado argentino a través de YPF, mientras que el mercado metalífero está dominado por las grandes mineras transnacionales. Y en segundo lugar, el petróleo y el gas son bienes estratégicos necesarios para satisfacer no sólo el desarrollo industrial sino también el bienestar de la población en su conjunto. Mientras que una gran parte de la extracción de oro -que ni siquiera se refina en el país- está destinada como materia prima de bienes suntuarios y como reserva de valor de la banca internacional.

Bajo las actuales circunstancias, el desarrollo de la explotación no convencional es una necesidad social. No es prudente anteponer únicamente criterios ecologistas a la hora de evaluar los proyectos de explotación de recursos naturales porque no habría forma de obtener energía y materias primas para el desenvolvimiento de cualquier sociedad humana. En algunos casos, la intransigencia ambientalista no se reduce al fracking, si no que se extiende hacia otras fuentes de energía como la hidroeléctrica, cuyo potencial nacional es más que promisorio y permitiría reducir la dependencia fósil.

Nos queda una reflexión final. La crítica coyuntura es una oportunidad propicia para preguntarse: energía por qué, para quién y cómo; también para debatir y definir democráticamente cuáles son los umbrales sociales y ambientales que la sociedad argentina está dispuesta a tolerar para sostener las necesidades energéticas del país en las próximas décadas.



Bibliografia
- Di Sbroiavacca, Nicolás (2013). Shale oil y shale gas en Argentina. Estado de situación y prospectiva. Documento de Trabajo. Fundación Bariloche