ÁREAS de
INVESTIGACIÓN

Desarrollo socioeconomico y Geopolitica del Desarrollo

| Artículos de opinión

Toca el turno al sindicalismo conservador...

Autor | Federico Bernal


Conflictos de Interes
El autor no manifiesta conflictos de interés


Palabras Claves
clase media, curva de Laffer, Facundo Moyano, ganancias, impuestos, Macri, moyanismo, paro, política tributaria, Sergio Massa, sindicalismo



01-04-2015 | ¿La recaudación impositiva en la Argentina se traduce en un Estado activo y protector de los sectores más vulnerables? ¿Para qué un impuesto progresivo como es el impuesto a las ganancias? ¿Disminuyó la desigualdad con ese dinero? ¿Mejoraron las condiciones sociales y económicas de la población y sus clases trabajadoras? Preguntas (y respuestas) que deben ser formuladas para centrar el eje del debate donde corresponde, pues el mensaje neoliberal por excelencia que reniega de este impuesto -mismo principio que para las retenciones a las exportaciones- se aprovecha de la colonización cultural que aún impera en buena parte de la sociedad: el Estado es ineficiente; el gobierno nacional y sus funcionarios son todos corruptos; pagar este impuesto no sirve de nada en la Argentina, razonan, porque son todos chorros y mejor dejarlo librado al mercado y que cada cual se haga cargo de lo suyo, sin "intervenciones" de ningún tipo. Medios y políticos opositores, como los autores/promotores del paro de ayer (Massa, Macri, Mitre, Magnetto y Moyano, en adelante los 5M) se cuidan de no formular ni responder los interrogantes del comienzo. Sostienen una posición reaccionaria de reducir o eliminar el impuesto a las ganancias (nefasta cultura del no pago de impuestos) que es, en esencia, la base de todo ajuste fiscal, esto es, infaltable pilar de cualquier programa económico neoliberal.


La Argentina y el debate en contexto
"En una democracia, difícilmente se aceptan mayores impuestos, por más progresivos que éstos sean, si no es claro que efectivamente se puede gastar mejor. De este modo, si no se avanza en la calidad y progresividad del gasto público, incluso no es deseable que el gobierno tenga mayores ingresos". Esta frase, que bien podría atribuirse a cualquiera de los 5M pertenece al muy interesante artículo "¿Cómo recaudar más sin gastar mejor? Sobre las dificultades de incrementar la carga fiscal en México", publicado el año pasado en la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. El autor, de clara extracción conservadora, afirma refiriéndose a su país: "dada la mala calidad del gasto público actual, la ciudadanía no cree que este gasto mejorará su nivel de vida". La campaña mediática de la reacción en la Argentina -la misma que hoy celebra el paro y ayer lo promovió- se basa justamente en estos dos conceptos: que el "gasto público" es un derroche que nada beneficia a la gente -agravado por una descontrolada corrupción, además congénita del peronismo- y que, por tanto, sus aportes impositivos no tienen razón de ser. Veamos qué dice el autor sobre la nuestro país. "En comparación con otros países de América Latina, el ISR [impuesto al ingreso] mexicano tiene una recaudación cercana a la del promedio de los países de la región, (5% del PBI). Para el año 2011, México recaudó 5%, Argentina 5,9%, Brasil 7,5%, Chile 7,4% y Colombia 5,5%". En el contexto de naciones no latinoamericanas, el autor nos recuerda que "Alemania recauda por IRS 11,4 puntos del PBI... Estados Unidos recauda 15,1 puntos... y Canadá, 17,5 puntos del PBI". Cabe señalar a propósito que, según la OCDE (2014), el IVA recaudado en Brasil representó en 2010 6,8 puntos del PBI y 3,5 puntos para la Argentina.

Impuestos como base de un Estado moderno
En 2009, la editorial de la Universidad del Estado de Pennsylvania publicó el libro titulado "Evasión impositiva. La cultura política del engaño y la complicidad en la Argentina y Chile". Afirma su autor: "[el contribuyente] en su decisión de pago, importa [conocer] a dónde se van esos impuestos y qué tan justo es percibido el sistema, tanto en materia de impuestos como de gasto público. En las sociedades donde el pago de impuestos es alto, el ciudadano ha internalizado las normas fiscales porque percibe que sus impuestos regresan con bienes y servicios públicos. Cuando la mayoría paga, es más fácil detectar a los que no lo hacen, con lo cual inicia un círculo virtuoso y el pacto fiscal es aceptado, se acata y no es cuestionado por la mayoría de los causantes [contribuyentes]". A propósito de cómo la sociedad se para ante los impuestos, el investigador James Mahon del Williams College (EE.UU.) agrega que la "aceptación social en el pago de impuestos es la médula de un Estado moderno". Por su parte, Kent Eaton de la Universidad de California opina que la "permisividad en la evasión impositiva en América Latina es usualmente interpretada como un signo de debilidad institucional y una formación incompleta del Estado". De cara a una Argentina postrada, siempre es mejor evadir (o no pagar impuestos) en el marco de la ley, tal y como ahora prometen los 5M presidenciales con vergonzoso oportunismo, medida que sólo puede beneficiar a los sectores más concentrados de la economía, a los más pudientes de una sociedad y a un nuevo desmantelamiento estatal y público empresarial, provocando un daño letal a cualquier política económica tendiente a una redistribución equitativa del ingreso y una mayor equidad social.

Progresividad impositiva en la Argentina
Veamos ahora qué tienen para decir los militantes de La Cámpora que manejan las universidades de Toronto (Canadá) y de California (EE.UU.). Los investigadores y especialistas en políticas impositivas Richard M. Bird (de la primera Casa de Estudio) y Eric M. Zolt (de la segunda), publicaron el mes pasado en la prestigiosa revista de cuño neoliberal Desarrollo Mundial un artículo titulado "Contratación fiscal en América Latina". Sus autores, a la sazón amigos de Máximo Kirchner, concluyeron categóricamente que: "América Latina se ha caracterizado durante mucho tiempo como una región de alta desigualdad en los ingresos. En los últimos años, sin embargo, muchos países latinoamericanos han visto una disminución en la desigualdad de los ingresos y en los niveles de pobreza, y un aumento en la movilidad económica". Y agregan: "Las políticas fiscales han desempeñado un papel en el logro de estos resultados. Una explicación importante del cambio en las políticas fiscales ha sido el creciente papel económico y político de una clase media en desarrollo, que ha modelado positivamente el nivel y la calidad de los servicios y los bienes colectivos, así como los impuestos y las cargas fiscales destinadas a financiar tales gastos".

¿Qué dicen de la Argentina? La evolución de los niveles impositivos como porcentaje del PBI pasaron en la Argentina del 16,1% en 1990, a 21,5% en 2000 y 33,5% en 2010. Específicamente y para el impuesto a las ganancias se registró un incremento del 338% en igual período, el segundo mayor después de Perú, contra 17% en Brasil, 2% en México y caídas netas en Colombia y EE.UU. (-7% cada uno) y Canadá (-4%). Finalmente, Bird y Zolt concluyen midiendo el impacto de las políticas impositivas en el desarrollo socioeconómico a través del denominado Índice de Reynolds-Smolensky (IRS), el cual mide las diferencias del coeficiente Gini antes y después de los cambios en determinada política fiscal. En este sentido, la Argentina destaca con el mayor IRS cuando se la compara con otros países suramericanos de iguales o similares dimensiones económicas, incluyendo Brasil.

Introducción al sindicalismo conservador
Los autores camporistas antes mencionados cierran su investigación planteando una disyuntiva, digamos, de alto vuelo "clasista", ese que tanto gusta al sindicalismo massista-leninista o macrista-peronista, según cuándo nos hayamos detenido a sacar la foto del típico asado fraternal: "Los sectores recientemente incorporados a la clase media no pueden caer en la tentación de emular ni a los ricos, que pagan lo menos posible en impuestos, ni a los pobres, que pagan muy poco... En términos políticos, la cuestión fundamental es si las clases medias emergentes... mirarán sus propios intereses como alineados con los intereses de los pobres o desde un enfoque diametralmente opuesto". El sindicalismo afín al Frente Renovador, por más influencia de los discípulos de Friedman que reciban en cada tertulia trigrense, no pueden desconocer que la función de un sistema impositivo progresivo (aquel que lucha contra la pobreza y la inequidad, con sus limitaciones y modificaciones pendientes a cuestas) no pasa por castigar al que más tiene, sino por proveer financiamiento para los más vulnerables a través de programas sociales e inversiones públicas en obras de infraestructura que mejoren sus condiciones de vida y dignidad. Y sabe muy bien ese mismo sindicalismo, que no han existido mejores condiciones para la clase trabajadora desde 1955 que las verificadas en la Argentina del Bicentenario.

La naturaleza reaccionaria del paro
En perfecta sintonía con los postulados de la escuela de Chicago, el CEMA y la Universidad Di Tella, el sindicalismo conservador pretende mejorar la condición de vida de los millones de pobres que aseguran cuenta la Argentina -coinciden con el panorama de pobreza que pinta el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el diario La Nación y el Wall Street Journal- pero eliminando el impuesto a las ganancias a sueldos de 15.000 pesos o más. El sindicalismo aliado al Menemismo del Siglo XXI y, muy especialmente su figura más inteligente y aún a tiempo de salvarse: el diputado nacional Facundo Moyano, debería plantearse si el ingreso masivo de sus afiliados y seguidores a la clase media gracias al proyecto puesto en marcha en 2003 les aburguesó las neuronas más de la cuenta. Es cierto que el Estado podría recaudar más gravando los juegos y las operaciones bursátiles, como también a través de una mayor captación de rentas extraordinarias (insólitamente no dicen nada al respecto; se enojarían sus socios de la Rural). Pero estas medidas no pueden ser excluyentes del impuesto a las ganancias, pues agrandar el Estado es agrandar la Nación. No lo dice ninguno de los referentes del grupo de los 5M, pero las reformas fiscales que destruyeron a las clases populares y trabajadoras entre 1976 y 2003 se basaron en la "economía de la oferta" (curva de Laffer), según la cual una reducción impositiva permitiría incrementar la recaudación (otra que la máxima juanbjustista de abrir el mercado para mejorar el poder adquisitivo de los obreros). Como bien demuestra la historia argentina, así como por ejemplo el EE.UU. de Reagan y el Reino Unido de Thatcher, una menor carga fiscal favorece especialmente a las ganancias y beneficios del capital, pues induce a canalizar los ingresos familiares hacia los mercados financieros en lugar de dirigirlos al Estado, aumentado así la regresividad fiscal. En suma, lo grave del paro no es que sea político (de esto no caben dudas y no hay nada que reprochar, tal y como afirmó Facundo Moyano); lo grave del paro es su naturaleza profundamente reaccionaria, tanto por su origen (sindical-patronal) como por el nivel de individualismo y egoísmo de los asalariados que ganando 15.000 pesos o más y que llegaron a dichas cifras por las políticas económicas y obreras del kirchnerismo renieguen de aportar al fisco para que el Estado pueda seguir contribuyendo con la mejora progresiva de quienes aún lo necesitan, tal y como ellos lo necesitaron cuando Néstor Kirchner los rescató del abismo en 2003.