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Mitos y verdades a 30 años de Chernóbil (y de cómo Greenpeace se aprovecha para desmantelar el Plan Nuclear Argentino)

Autor | OETEC-ID


Palabras Claves
30 aniversario, accidente, Chernóbil, Chernobyl, energía eólica, energía nuclear, energía solar, fundamentalismo ecologista, Greenpeace, Ministerio de Ambiente, Ministerio de Energía, OETEC, Paul Horsman, Plan Nuclear Argentino



26-04-2016 | El 26 de abril de 1986, en la central Vladímir Ilich Lenin (a 3 km de la ciudad de Prypiat, actual Ucrania), explotó un reactor nuclear durante una prueba en la que se simulaba un corte de suministro eléctrico. Lamentablemente, un aumento súbito de potencia en el reactor 4 produjo el sobrecalentamiento de su núcleo, lo cual derivó en la explosión del hidrógeno acumulado en el interior del mismo. Este episodio se conoce como el Accidente Nuclear de Chernóbil, del que hoy se cumplen exactamente 30 años. Y es aprovechando esta fecha que el fundamentalismo ambiental con Greenpeace a la cabeza, falseando la historia y la ciencia, ataca a la energía nuclear. Por desgracia, la Argentina no es la excepción. Y no sólo que no lo es, sino que como nunca se observa un virulento ataque contra el desarrollo nuclear en el país. Obedece la magnitud de la embestida a un Greenpeace adueñado del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, con estratégica y coordinada influencia en el Ministerio de Energía, como es sabido en poder de la industria petrolera y de empresas privadas de generación y distribución eléctrica. En todos los casos, la energía nuclear, la hidráulica y la proveniente del carbón son vistas como preocupantes competidoras desde que abaratan el precio de la energía, inviabilizando además la inserción masiva de renovables eólica y solar. Es así que el tarifazo eléctrico beneficia por igual a la cámara de empresas al frente del Ministerio de Energía y al lobby "verde" europeo y estadounidense que obra a través del Ministerio de Ambiente y su fundamentalismo ecologista, en cabeza máxima de Greenpeace. A propósito, la nota publicada hoy (Agencia Telam) por Paul Horsman (Director de Campañas para Greenpeace Argentina), carente del más absoluto sustento científico y técnico, repleto de falacias y terrorismo desinformativo, es una prueba cabal de la enésima arremetida. Aquí una respuesta.


¿Qué pasó en Chernóbil?
Realizando un breve repaso histórico, Chernóbil se trató del accidente más grave jamás producido en la industria de la energía nuclear civil, accidente que obedeció a errores humanos, entre los que no podemos dejar de citar: la ausencia de una estructura de contención del reactor (estaba alojado en una suerte de galpón); la ausencia de una autoridad regulatoria independiente de la operadora de la central; un gobierno en los hechos absolutamente desvinculado del organismo internacional de energía atómica; y la concatenación de errores técnicos que condujeron a la explosión y evitaron minimizar sus secuelas. Según manifestó la UNSCEAR (Comité de las Naciones Unidas sobre los Efectos de la Radiación Nuclear), a través de su informe "Sources and Effects of Ionizing Radiation" (2008), el mencionado accidente ha motivado un esfuerzo internacional sin precedentes para mejorar la comprensión de los efectos de la radiación sobre la salud, convirtiéndose en el caso más extensamente estudiado. En este sentido, de los 600 trabajadores presentes en el lugar durante el episodio, 134 recibieron dosis altas (0,8 a 16 Gy) y padecieron enfermedad por radiación (SRA). De éstos, 28 murieron en los primeros tres meses y 19 murieron entre 1987 y 2004 por diversas causas no necesariamente asociadas a la exposición radiactiva. Asimismo, el informe menciona que la mayoría de los 530.000 trabajadores registrados en las operaciones de recuperación recibieron dosis de 0,02 Gy a 0,5 Gy entre 1986 y 1990 y que esta cohorte se halla aún en riesgo potencial de sufrir consecuencias tales como cáncer y otras enfermedades. Asimismo, en los 106 pacientes que sobrevivieron a la enfermedad por radiación, la normalización completa de la salud tomó varios años.

Con todo, al día de la fecha, Chernóbil se cobró la vida de menos de 50 personas (2 se debieron a la explosión del reactor, 28 al síndrome de radiación aguda y 9 niños por cáncer tiroideo; el número restante oscila según la fuente UNSCEAR, Foro de Chernóbil pero en ningún caso supera los 50 decesos atribuidos al accidente).

Mito vs. Realidad (UNSCEAR)
Sin embargo y más allá del accidente nuclear en materia radioactiva, ha cobrado mucha mayor relevancia una especie de relato mitológico acerca de lo sucedido en Chernóbil, ciertamente contrario a lo que los estudios científicos iban hallando. Al respecto, el panorama futuro no parece tan desalentador.

Siguiendo lo expuesto por el el informe de la UNSCEAR anteriormente citado, "además del drástico aumento en la incidencia del cáncer de tiroides entre las personas expuestas a una edad temprana y algún indicio de aumento en la incidencia de leucemia y de cataratas entre los trabajadores, no existe aumento alguno claramente demostrado en la incidencia de cánceres sólidos o de leucemia debido a la radiación en las poblaciones expuestas. Tampoco hay pruebas de que exista vínculo alguno entre otros trastornos no malignos y las radiaciones ionizantes. Aunque las personas expuestas como los niños y quienes trabajan en emergencias y recuperación corren mayor riesgo de sufrir efectos inducidos por la radiación, la vasta mayoría de la población no tiene por qué temer consecuencias graves para su salud debidas a la radiación tras el accidente de Chernóbil. En su mayor parte, estuvieron expuestos a niveles de radiación comparables o un par de veces superiores a los niveles anuales de fondo (naturales), [mientras que] la exposición futura continúa disminuyendo lentamente junto con la disminución de la concentración de radionúclidos. Muchas vidas se han visto seriamente afectadas por el accidente de Chernóbil, pero desde el punto de vista radiológico, en términos generales deberían prevalecer las perspectivas positivas respecto del futuro de la salud de la mayoría de las personas".

Mito vs. Realidad (Foro de Chernóbil)
Asimismo, durante 2005, el denominado Foro de Chernóbil -integrado por centenares de científicos, sanitaristas, médicos, etc., provenientes de ocho agencias dependientes de las Naciones Unidas, entre ellas la OMS y la Agencia Internacional de la Energía Atómica- publicó la investigación más extensa y completa sobre el accidente y su impacto en el medioambiente y la salud. Su Director General expresó entonces: "No hemos hallado efectos negativos serios en la población que rodea a las áreas afectadas, ni tampoco una propagación de la contaminación que pudiera significar una amenaza a la salud humana -salvo algunas escasas excepciones en áreas específicas-".

Las principales conclusiones del Foro, transcriptas textualmente, fueron: 1) De los más de 200.000 trabajadores abocados a tareas de remediación y emergencia, se estima que unos 2.200 fallezcan como consecuencia de SRA a lo largo de su vida [en total hubo cerca de 600.000 trabajadores destinados a dichas tareas]; 2) Cinco millones de personas viven en zonas contaminadas con radionucleidos derivados del accidente; 3) La mayoría de los trabajadores de emergencia y de las personas que viven en áreas contaminadas recibieron dosis de radiación relativamente bajas, comparables con los niveles naturales para las mismas áreas. En consecuencia, no se ha encontrado evidencia ni indicio de un decrecimiento en la fertilidad de la población afectada; tampoco ha habido ninguna evidencia de incrementos en malformaciones congénitas atribuidas a la exposición de la radiación; 4) Cerca de 4.000 casos de cáncer tiroideo, mayormente en niños y adolescentes al momento del accidente, obedecen a la contaminación derivada del siniestro. Al menos 9 niños murieron por dicho cáncer. No obstante, los niveles de sobrevida en esta subpoblación, a juzgar por la experiencia de Bielorrusia, ha sido del orden del 99%; 5) La persistencia de mitos y malas interpretaciones acerca de la amenaza de la radiación resultó en un fatalismo paralizante entre los residentes de las áreas afectadas; 6) Las enfermedades derivadas de la pobreza, de exponencial crecimiento en la ex Unión Soviética, y los problemas de salud mental se constituyen en una peor amenaza a las comunidades locales que la amenaza de radiación; y 7) El problema de salud pública más importante originado por el accidente es su impacto en la salud mental, parcialmente atribuido a la ausencia de información correcta y precisa. A mediados de 2007, la célebre revista Journal of Environmental Radioactivity (Vol. 96 - Jul/Sept) ratificó los resultados del Foro. Desde entonces, la literatura científica internacional no ha cambiado de opinión en esta materia.

La causa antinuclear y sus omisiones
No obstante, el terrorismo ecologista de Greenpeace -hoy encarnado en el Ministerio de Ambiente de la Nación- continúa empecinadamente en su afán de atemorizar a la población respecto de los usos de la energía nuclear. A propósito de esto, Federico Bernal -director de este Observatorio- afirma que "si nos dejáramos llevar por Greenpeace y organizaciones ecologistas del estilo, creeríamos que en Chernóbil explotó, más que un reactor, una bomba atómica", agregando que esta creencia no es caprichosa sino que "obedece a los argumentos que la organización ecologista ofrece a la hora de ganar militantes a su causa anti-nuclear: hacer pasar a las centrales nucleares por potenciales bombas atómicas dispersas por el mundo". En este sentido, Bernal se pregunta "si la exposición a la radiación es el riesgo inherente a las centrales nucleares, entonces... ¿cuál es el riesgo inherente a las centrales termoeléctricas o basadas en el carbón mineral como combustible? La contaminación del aire por gases tóxicos". Un riesgo claramente omitido por Greenpeace y asociaciones ecologistas infantiles afines.

En efecto, según lo manifestado por la OCDE, "las muertes latentes provocadas por accidentes nucleares debe compararse con las muertes resultantes de la exposición a la emisión de gases tóxicos liberados por el uso de combustibles fósiles. Conforme el Directorio de Medioambiente de la OCDE, 960.000 muertes prematuras se produjeron como consecuencia de los niveles de partículas contaminantes solamente en el año 2000, niveles de los cuales la generación de energía contribuyó con un 30%". Además, según la Agencia de Energía Nuclear de la OCDE, entre 1969 y 2000, la industria energética del carbón y los hidrocarburos generaron unas 2.259 y 2.713 muertes en países OCDE, respectivamente. En países no integrantes de este grupo, los decesos fueron 18.017 y 16.505, respectivamente.

Más aún, estudios recientes en salud pública comprueban que los índices de mortalidad vinculados a la contaminación atmosférica tienen como principal explicación la quema de combustibles fósiles, siendo que unas 3 millones de personas mueren cada año en el mundo por esta causa. En este punto, y según determinación de la OMS (Global Health Observatory Data Repository - 2012), durante la década pasada, la polución del aire fundamentalmente originada en la quema de combustibles fósiles provocó la muerte de 1 millón de personas por año en el mundo entero. Las enfermedades derivadas de la contaminación atmosférica no se limitan a patologías respiratorias sino que van mucho más allá: malnutrición, diarrea, malaria y enfermedades cardiovasculares son atribuidas a los efectos del cambio climático (Comparative quantification of health risks: global and regional burden of disease due to selected major risk factors. OMS - 2004).

Contra el ecologismo infantil, los beneficios de la energía nuclear
Los últimos y más importantes meta-análisis publicados por la célebre y prestigiosa revista The Lancet permiten contextualizar las muertes provocadas por tipo de fuentes energéticas, comparación que Greenpeace ignora pues en todos los casos la energía nuclear resulta la más beneficiada.

Entre los trabajos pioneros se encuentra el de 2007 titulado "Energy and Health" (The Lancet - Septiembre de 2007), el cual sostiene en sus conclusiones que "la adopción acelerada de las fuentes renovables tiene el potencial de brindar apreciables beneficios para la salud, aunque una modificación muy grande planteará desafíos (superables), sobre todo en relación con el carácter intermitente de la producción a partir de dichas energías, los requisitos de uso del suelo y el costo. La energía nuclear tiene uno de los niveles más bajos de emisión de gases de efecto invernadero por unidad de energía producida y uno de los niveles más pequeños de afectación directa de la salud; sin embargo, existe un temor comprensible frente a los accidentes nucleares, el uso armamentístico del material fisionable y el almacenamiento de residuos. A pesar de todo ello, si se permitiese que el 17% actual de generación eléctrica a nivel mundial a partir de la energía nuclear declinase, se agregaría una barrera adicional importante al logro de una urgente reducción de gases de efecto invernadero. Estas estimaciones incluyen las muertes relacionadas con todos los aspectos de cada una de las fuentes de energía. En el caso de los combustibles fósiles, se trata de las bronquitis entre los mineros del carbón o el cáncer de pulmón relacionado con la contaminación del aire".

Por tanto, cabe destacar que la mortalidad entre la población como consecuencia de la contaminación del aire ubica a la energía nuclear como la menos letal: 0,052 muertes/Twh, contra 24,5 muertes/Twh para el carbón y 21,2 para el gas y el petróleo. Asimismo, el riego mortalidad entre el personal que trabaja en las diferentes industrias ubica a la energía nuclear como la segunda más segura después del gas, con 0,019 muertes/TWh (0,001 para el gas y 1 para el carbón).

Finalmente, a los beneficios de la energía nuclear se suma el estudio de los investigadores y especialistas de la NASA y del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia (EE.UU.), Pushker Kharecha y James Hansen, titulado "Prevención de la mortalidad y gases de efecto invernadero para la energía nuclear" (marzo de 2013) y dado a conocer en la célebre revista Environmental Science & Technology. En base a este interesantísimo trabajo, el OETEC consiguió entrevistar a sus autores. Al respecto, el Dr. Kharecha nos explicó que "entre 1971 y 2009, la energía nuclear mundial ha impedido históricamente la ocurrencia de casi 2 millones de muertes en promedio y la emisión de más de 60 gigatoneladas de gases de efecto invernadero o GEI". Asimismo, consultado por el futuro de la energía nuclear y su rol sobre la salud del ser humano a escala planetaria afirmó que su análisis en la materia "proporciona evidencia científica convincente acerca de que, con el fin de mitigar el cambio climático y la contaminación del aire, sería una excelente idea conservar y ampliar la oferta mundial de energía nuclear (junto con las energías renovables). Debido a que la utilización del gas natural causa muchas más emisiones de gases de efecto invernadero y partículas nocivas que la energía nuclear, el reemplazo del carbón por la energía nuclear sería mucho más apropiado que el reemplazo del carbón por el gas natural [ya que] en el futuro, si la energía nuclear llegara a reemplazar a la energía del carbón y del gas, el impacto preventivo podría ser aún mayor, evitando hasta 7 millones de muertes (en promedio) y hasta 240 gigatoneladas de emisiones de GEI".

En defensa de la energía nuclear y del ecologismo auténtico
A la luz de los acontecimientos, resulta primordial diferenciar entre un ecologismo infantilista con serios conflictos de interés y un ecologismo auténtico seriamente comprometido con el cuidado del medioambiente y la vida pero también con el desarrollo del país y el bienestar de su población.

En este sentido, Federico Bernal expresó que "la reactivación del Plan Nuclear Argentino en 2006, junto con la mayor diversificación de la matriz energética nacional con fuentes renovables de nuestra historia (también en estos últimos doce años) se inscribe en lo más avanzado de la medicina, la salud pública y el campo científico-académico vinculados a la lucha contra el cambio climático a nivel mundial". Además, el director del OETEC, aseguró que "para el caso particular de los países latinoamericanos, la lucha contra la contaminación del aire y su peor causa, la emisión de gases de efecto invernadero, no puede desvincularse de la necesidad perentoria de más y mejor desarrollo (acceso universal a un suministro eléctrico confiable, seguro y barato, lo que a su vez permite una industrialización masiva y modernización económica), en un contexto de bienestar y equidad social ascendente (inclusión masiva de clases sociales históricamente postergadas)". Finalmente, por esto mismo, Bernal fue contundente y aseguró que "el ecologista auténtico en este siglo XXI debe tener como principal meta la protección de la naturaleza aunque partiendo de la defensa del ser humano, esto es, de su desarrollo, su dignidad y su realización, tanto individual como colectiva".

30 años después de Chernóbil y el señor Horsman
El fundamentalismo ambiental con Greenpeace a la cabeza, falseando la historia y la ciencia, vuelve al ataque contra la energía nuclear. Lamentablemente, la Argentina no es la excepción. Y no sólo que no lo es, sino que como nunca se observa un virulento ataque contra el desarrollo nuclear en el país. Obedece la magnitud de la embestida a un Greenpeace adueñado del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, con estratégica y coordinada influencia en el Ministerio de Energía, como es sabido en poder de la industria petrolera y de empresas privadas de generación y distribución eléctrica. En todos los casos, la energía nuclear, la hidráulica y la proveniente del carbón son vistas como preocupantes competidoras desde que abaratan el precio de la energía, inviabilizando además la inserción masiva de renovables eólica y solar. Es así que el tarifazo eléctrico beneficia por igual a la cámara de empresas al frente del Ministerio de Energía y al lobby "verde" europeo y estadounidense que obra a través del Ministerio de Ambiente y su fundamentalismo ecologista, en cabeza máxima de Greenpeace.

Y para concluir, una perlita de la insólita nota publicada en el día de hoy (Agencia Telam) por Paul Horsman (Director de Campañas para Greenpeace Argentina), carente del más absoluto sustento científico y técnico, repleto de falacias y terrorismo desinformativo, es una prueba cabal de la enésima arremetida. Nótese la frase con la que cierra su escrito: "Las plantas nucleares no deberían construirse y las que hoy sí existen deberían eliminarse ya que pertenecen a un sistema tecnológico industrial fallido del siglo 20. El siglo 21 apunta a fuentes seguras como el sol y el viento". ¿Cómo responder a semejante barbaridad? Para citar un caso: China construye 40 reactores nucleares (60 reactores se están construyendo en 15 países). ¿Tecnología fallida del siglo XX? El viento y el sol, ¿fuentes seguras? ¿Depender del viento y del sol en el siglo XXI? Invitamos a Horsman a visitar la Argentina (si es que reside en Europa) y debatir con el OETEC sobre energía nuclear, por supuesto y de aceptar nuestro convite, le pedimos tenga a bien viajar con la energía del viento (a vela) o con la energía del sol (panel fotovoltaico en lugar de motor diesel o turbina de avión, sea por mar o por aire, como más guste). Por favor...





Bibliografia
Der Spiegel (26/04/2016) The Chernobyl Conundrum: Is Radiation As Bad As We Thought? http://www.spiegel.de/international/world/chernobyl-hints-radiation-may-be-less-dangerous-than-thought-a-1088744.html#spRedirectedFrom=www&referrrer=https://t.co/p67jbnLg9Q

Artículo de Paul Horsman en Agencia Telam http://www.telam.com.ar/notas/201604/144821-chernobil-aniversario-opinion.html

Bernal, Federico. "Energía nuclear, salud pública y medioambiente (I)". OETEC. http://www.oetec.org/nota.php?id=602&area=1

Bernal, Federico. "Energía nuclear, salud pública y medioambiente (II)". OETEC. http://www.oetec.org/nota.php?id=618&area=1