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Energia

| Entrevistas Observatorio

"Chile vive una crisis energética hace unos diez años"

Autor | Diego Mena Acosta


Entrevistador
Federico Bernal


Palabras Claves
acuerdos gasíferos, Chile, Clarín, crisis energética, Daniel Montamat, dependencia energética, ex secretarios, exportaciones, Francisco Olivera, Frei, Jorge Oviedo, judicialización, La Nación, menemismo, modelo agroexportador, seguridad energética



06-06-2014 | En el "vale todo" a la hora de criticar las políticas energéticas de los últimos once años tomadas por los dos gobiernos kirchneristas, el país trasandino fue posicionado mediáticamente como el modelo a seguir. El endiosamiento de Chile no es una casualidad; mucho menos un error. Los periodistas y supuestos especialistas del neoliberalismo doméstico que encabezan esta posición desean para la Argentina el retorno al modelo agro-energético exportador, aperturista y satélite de las naciones desarrolladas de Occidente. En otras palabras, el proyecto político que -salvo honradísimas excepciones- gobierna Chile desde el golpe de Estado contra Salvador Allende y su trágico asesinato. Desde el plano estrictamente energético, la defensa del modelo chileno (neoliberal) aplicado a la Argentina es desempeñada por el grupo de los ex secretarios de Energía liderados por Daniel Montamat, mientras que desde el plano periodístico hacen lo propio el grupo Clarín y el diario La Nación. En el diario de los Mitre destacan los columnistas Joaquín Morales Solá, Francisco Olivera, Néstor Scibona y Jorge Oviedo, siendo estos dos últimos los más acérrimos promotores del retorno a las políticas energéticas de los noventa, 2000, 2001 y 2002. En fin, técnicos y periodistas por igual que durante los gobiernos de Menem, De la Rúa y Duhalde prohijaron las exportaciones de petróleo y gas natural en detrimento del mercado interno, pero que a partir de la decisión de Néstor Kirchner en 2004 de privilegiar el abastecimiento doméstico (en aquella Argentina con más de la mitad de la población sin gas por redes y más de diez provincias desconectadas del Sistema Argentino de Interconexión) devinieron en recalcitrantes opositores. A los efectos de contrarrestar la visión ultraconservadora de los aludidos medios y en relación a las políticas energéticas tomadas por Chile y la Argentina del 2003 a esta parte, sírvase el lector de la opinión de un especialista chileno sin "conflictos de interés". Se trata de Diego Mena Acosta, Licenciado en Historia de la Universidad de Concepción y ayudante de investigación en la Dirección de Investigación de la misma universidad en la temática "Lecciones Aprendidas por Chile en la negociación internacional de recursos energéticos con los países vecinos Argentina, Perú y Bolivia". Sus columnas podrán ser leídas desde esta semana en el portal oficial de nuestro Observatorio.


1) ¿Cuál es la diferencia entre los conceptos de crisis energética y seguridad energética?
Se trata de dos conceptos opuestos. La "seguridad energética" intenta manejar o controlar los azarosos elementos que pueden desencadenar una crisis energética. La seguridad energética representa asimismo una estrategia que busca, con antelación, establecer un equilibrio entre las fuentes energéticas que serán utilizadas (renovables y no renovables), las regiones proveedoras (externas o internas), rutas y medios de transporte, tarifas, los regímenes normativos, el respeto del medioambiente, etc., todo con el objeto de mantener un abastecimiento de energía constante que permita a la economía seguir en funcionamiento. Para esto, también es necesario incorporar la visión del Estado, los privados, la ciudadanía y las Fuerzas Armadas, con el objetivo de generar una estrategia de desarrollo energético que permita reaccionar ante la ocurrencia de fenómenos inesperados sin poner en peligro el normal funcionamiento de la economía y el bienestar general de la población, que es, precisamente, lo que caracteriza a una crisis energética. En este sentido, la seguridad energética asume la existencia de un consenso respecto de una matriz energética, cuyo acuerdo debe anticiparse a una crisis severa en el futuro.

2) ¿Existe algún criterio general o norma internacional que permita asumir que un país sufre una crisis energética?
Un criterio general para analizar si un país sufre una crisis energética o no, es conocer sus capacidades de satisfacer sus demandas por energía, de forma suficiente, oportuna, de forma sustentable y a precios competitivos, en el presente y hacia el futuro. En este sentido, existen una serie de indicadores o criterios que son utilizados a nivel mundial para medir la fiabilidad de los sistemas energéticos, cuyas fallas adquieren especial relevancia en la denominada "infraestructura crítica", que es entendida como aquel elemento, sistema o parte de éste, situado en un Estado y que es esencial para el mantenimiento de funciones sociales vitales como la salud, la integridad física, la seguridad, además del bienestar social y económico de la población y cuya perturbación o destrucción afectaría gravemente al Estado.

3) ¿Y para la medición de seguridad energética?
Para medir la fiabilidad de la seguridad energética, primero, debe analizarse el nivel de satisfacción como criterio general. Sin embargo, en la actualidad esto no es suficiente por lo que debemos añadir una serie de factores tales como: la estabilidad de los precios, diversificación de fuentes energéticas y rutas de transporte, economía de las inversiones, seguridad física de las infraestructuras, reservas y almacenamiento, equilibrio político y poder militar, eficiencia energética, mercados, sostenibilidad, etc. Lo anterior se sugiere por cuanto el sistema energético, en general, puede satisfacer todas las necesidades, pero, perfectamente, puede estar sujeto a innumerables tensiones por la peligrosidad de las rutas de transporte, volatilidad de precios, baja legitimación social, etc., lo que constituye un factor de vulnerabilidad que la seguridad energética como indicador puede medir o ponderar si es apropiado asumir.

4) ¿Qué es una crisis energética. ¿Cuáles son sus principales síntomas, causas (que siempre debe estar presente) y las consecuencias.
Una crisis energética es, en mi opinión, un fenómeno complejo y variable que surge a raíz de la incapacidad de una economía de satisfacer sus demandas por energía, de forma suficiente, oportuna, de manera sustentable y a precios competitivos, en el presente y hacia el futuro. Los principales síntomas de una crisis energética son la falta de insumos energéticos, incapacidad de las redes de gas, petróleo o electricidad para transportar la energía, altos precios por el uso de energía, uso ineficiente de la energía, falta de dinamismo en las inversiones del sector, bajos niveles de competencia. Las consecuencias que suelen provocar son la pérdida de competitividad de los sectores industrial y minero en particular, y del país, en general, entre otros por el aumento del costo de la energía, pérdida de crecimiento del producto interno bruto, deterioro de la calidad de vida de las personas por el aumento de precios, sobrecarga en los costes de transporte y de la canasta básica de productos que consumen las familias de menores ingresos, así como un aumento en la inequidad de acceso. En situaciones más complejas se puede producir racionamiento o cortes súbitos del abastecimiento. Con frecuencia, para sortear una crisis se recurre a tecnologías que son más rápidas de instalar, pero que a su vez, son más contaminantes. Esto produce un aumento de las emisiones y contaminación local.

5 ) ¿En qué escenario económico e industrial podríamos suponer que un país está pasando por una crisis energética?
Un país atraviesa por una crisis energética cuando existe un desequilibrio entre el crecimiento económico previsto y el abastecimiento de energía que permita lograrlo. En este sentido, puedes depender de un insumo en particular y éste no ser capaz de suplir la demanda, puedes pagar un precio muy elevado, puedes ser capaz, incluso, de producir una suficiente cantidad de energía, pero tener restricciones en su transporte para ser consumida. Esto produce precios de la electricidad para la industria, por ejemplo, que pueden estar en torno a los US$ 150 por MW/h, como lo que sucede en Chile ("WEF: Chile ocupa lugar 13 entre países con mayor precio de electricidad" - Diario La Tercera) y que se traduce en un menor rendimiento de la economía nacional.

6) ¿Podría brindarnos ejemplos internacionales?
California durante los años 2000 y 2001 atravesó una crisis eléctrica de proporciones. Hubo una combinación de fallas en el diseño de los mercados donde los consumidores finales estaban aislados de los precios del mercado mayorista y las empresas distribuidoras privadas de firmar contratos de mediano y largo plazo con empresas generadoras. Además, hubo algunos elementos exógenos como un alza en los precios del gas natural (más de 10 veces entre 1999 y diciembre de 2000), un incremento significativo de la demanda debido a un verano extremadamente caluroso y mayores precios para la obtención de permisos de emisión de NOx. Esto provocó que los precios en el mercado mayorista subieran en forma explosiva provocando la quiebra de algunas empresas de distribución eléctrica.

7) ¿Ejemplos regionales?
Brasil, más o menos en el mismo periodo que California, atravesó por una crisis eléctrica provocada, en sus inicios, por el declive en las precipitaciones que afectaron algunas regiones del país. Sin embargo, la sequía dejo en evidencia una falta de inversión en capacidad de generación y distribución de energía y atraso en la entrega de algunas obras. De haber existido mayor capacidad de transmisión, se podría transportar energía desde el Sur, que no fue afectado por la sequía, hacia los centros de consumo más al norte, aliviando en gran medida la situación. La crisis de abastecimiento provocó cortes obligados de electricidad. Se impuso un ahorro de 20% del consumo, que implicaron castigos y cortes de energía para quienes aumenten su consumo e incentivos para quienes lo disminuyan (Los ejemplos fueron tomados de: R. Ariztía, D. Watts en "Las Crisis eléctricas de California, Brasil y Chile: lecciones para el mercado chileno", Serie Informe Económico Nº129 Libertad y Desarrollo, Junio 2002).

8) ¿Cuál es la situación particular de Chile?
Chile vive una crisis energética hace unos diez años motivada por diversos factores. El principal es la dependencia de materias primas energéticas extranjeras, que alcanzan a un 60% de su energía primaria (datos del Ministerio de Energía a 2014). Por dicha razón, se encuentra subordinado a la inestabilidad y volatilidad de los precios en los mercados internacionales y a las restricciones de abastecimiento que se produzcan por fenómenos políticos, climáticos o de mercado. Además, las reformas estructurales al modelo económico impulsadas durante el régimen militar, disminuyeron radicalmente el rol empresarial del Estado en materia de planificación y desarrollo del sector energía, pasando esta responsabilidad al sector privado, por lo que las inversiones materializadas son funcionales a la maximización de corto plazo de los beneficios privados y no necesariamente convergen al bien social de largo plazo.

Dentro de este contexto, los últimos años han estado marcados por la interrupción del suministro de gas desde la Argentina, largos y severos periodos de sequías que han mermado la capacidad de generación hidroeléctrica, precios internacionales de los combustibles que han marcado niveles record, dificultades en el otorgamiento de permisos ambientales para la construcción de nuevas obras (tanto a nivel de generación como de transmisión), insuficientes políticas de ahorro y uso eficiente de la energía, débiles estímulos a nuevas formas de generación de energía. Todo ello ha contribuido a mantener un sistema energético estrecho, con altos precios finales al cliente que reflejan un desarrollo ineficiente del sistema.

8) Hemos notado una intervención increíble del Poder Judicial en el sector energético. ¿Es así?
La falta de una visión estratégica del Estado, que oriente el desarrollo energético de largo plazo y la falta del establecimiento de condiciones conducentes a un desarrollo energético seguro, sustentable, equitativo y a costos razonables, ha provocado un alto nivel de "judicialización" de los proyectos energéticos, en donde son los tribunales quienes terminan por decidir la infraestructura energética que se construirá, dado por una fuerte discusión sobre la compatibilidad en el uso del territorio entre las distintas actividades humanas, las prioridades locales y el desarrollo energético. Además, la crisis se ha sobrellevado utilizando fuentes de generación a carbón, principalmente, lo que ha derivado en un fuerte cuestionamiento ciudadano debido a sus impactos socio-ambientales y por la falta de participación de las comunidades receptoras de los proyectos en los beneficios ligados a las iniciativas.

9) ¿Cómo se vio reflejada la crisis energética en los precios?
La crisis energética ha provocado un fuerte aumento de los precios de la energía eléctrica, que se ha duplicado entre 2006 y 2013. Chile se ubica en el lugar número 13, entre las naciones con los mayores precios de electricidad para la industria siendo superado solamente por Brasil a nivel continental. Inversamente, tenemos a la Argentina, con los menores precios de la región junto a Paraguay. En el caso de la minería chilena, el sector enfrenta el segundo precio más alto con respecto a los países mineros a nivel mundial. Esto resta competitividad a la economía e impacta directamente en el crecimiento del PIB. En este sentido, Chile ha caído por tercer año en el ranking de competitividad, siendo uno de los aspectos a mejorar, el aprobar una estrategia energética nacional que haga un balance entre la competitividad y las preocupaciones ambientales.

10) ¿Podría describir las principales conclusiones de su trabajo reciente ""Una aproximación al concepto de seguridad energética: su relación con la política energética de Chile" (Encrucijada Americana)?
Chile carece de una política energética que integre como eje la seguridad energética. Su inclusión "de palabra" dentro de la política obedece a las presiones que han impuesto las sucesivas crisis eléctricas, no gestándose un enfoque integral sobre la materia. Así, en reiteradas ocasiones se suele discutir sobre la matriz energética pero, en realidad, todo se centra en los aspectos del desarrollo eléctrico, del que no se puede negar su importancia pero, la leña por ejemplo, merece tanta atención como la electricidad, ya que representa un alto porcentaje de la matriz y causa gran impacto sobre la calidad del aire en muchas ciudades del país.

11) ¿Prevé cambios la administración Bachelet?
En un documento reciente de la actual administración de gobierno, aparecen los primeros lineamientos políticos-estratégicos que recogen planteamientos de seguridad energética, porque se ha hecho evidente que el entregar la iniciativa al sector privado en materia de energía, resulta insuficiente para enfrentar los nuevos desafíos, que van desde: disminuir los riesgos de los combustibles fósiles (acceso y volatilidad); desarrollar fuentes energéticas a precios accesibles; minimizar y gestionar los impactos ambientales del sector energético, incrementando la participación de las comunidades locales en los beneficios de los desarrollos energéticos; usar de manera eficiente la energía, tanto por hogares como industrias; dinamizar las inversiones del sector y promover la competencia.

Dado el alto nivel de dependencia de Chile, y de lo expuesto que se encuentra a la variabilidad hidrológica para la producción de electricidad, es importante desarrollar un concepto de seguridad energética adaptado a nuestras necesidades, con el objetivo de equilibrar recursos energéticos, desarrollo económico y sustentabilidad medioambiental, que permitan evitar, anticipar o circunscribir a áreas específicas futuras crisis de abastecimiento, seguridad de infraestructuras, de servicio, medioambientales, etc. Esto permitirá desarrollar una política energética que logre equilibrar una adecuada diversificación de insumos -gas natural, carbón, petróleo, ERNC, cogeneración, generación distribuida, por citar algunos-, e incentivos -ahorro, eficiencia- con una visión de corto, medio y largo plazo, que integre las visiones del inversionista privado con los intereses de las comunidades locales implicadas, atendiendo a la visión de desarrollo estratégico nacional que se haya formulado el país.

Esto es importante porque en materia energética no existen recetas ni soluciones predeterminadas. Cada país debe hacer un profundo análisis de su sector energía que permita un desarrollo equilibrado, tarea especialmente compleja cuando se debe partir aceptando que el futuro es absolutamente incierto. Por esto, el tema debe ser abordado de forma pragmática y desideologizada. Esto sucede porque cada país es una realidad distinta y cada uno debe buscar su propio camino.

12) ¿Cuál es su opinión como experto de la situación energética argentina?
Al observar los datos del país se aprecia una importante expansión de la capacidad de generación durante los últimos años -cerca de 9.000 MW promedio-, mientras que el Plan Nacional de energía federal contempla la entrada en operación de unos 2.000 MW promedio por año hasta 2018. Además, el incremento de la red de distribución parece ir de la mano con la generación. No aparece un dato sobre uso eficiente de la energía, aunque no se aprecia un desacople entre demanda y crecimiento del consumo, por lo menos en electricidad. Aunque el periodo de los últimos diez años es relativamente breve como para establecer una conclusión categórica, en el ámbito de la generación no debería existir una crisis. En un sentido clásico de "crisis energética", de corte o interrupción del suministro, la Argentina no padece una crisis. Lo que puede suceder es que ante determinados eventos, como el fuerte incremento de las temperaturas que trae aparejado el mayor uso de aire acondicionado, el sistema pueda llegar al límite produciendo interrupciones breves del suministro.

13) Pero la Argentina ha aumentado su dependencia energética foránea...
Es cierto que ha ido incrementándose la importación de energía primaria. No obstante, el porcentaje sigue siendo bajo.