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Energia

| Entrevistas Observatorio

"Los países que buscan proporcionar seguridad energética ambientalmente sostenible deben prestar mucha atención a la política nuclear argentina"

Autor | Stephen Aplin


Entrevistador
Federico Bernal


Palabras Claves
cambio climático, Canadá, CANDU, centrales nucleares, Chernóbil, ecologismo, Embalse, energía nuclear, energías de base, energías renovables, Fukushima, medioambiente, mitos, Ontario, Plan Nuclear Argentino, precio de la electricidad, Stephen Aplin



20-08-2014 | Una vez más, OETEC demuestra su compromiso por un debate maduro y responsable en torno a la energía nuclear, el medioambiente, el cambio climático y un desarrollo socioeconómico sustentable. En esta oportunidad, entrevistamos a Stephen Aplin, canadiense, especialista y consultor en energía y medioambiente. Dirige la prestigiosa ONG Canadian Energy Issues. Ha asesorado a empresas privadas, agencias gubernamentales, gremios y sindicatos. En calidad de asesor conduce y ha liderado proyectos que abarcan la innovación en combustible, la gestión de proyectos de investigación y desarrollo, el desarrollo de aplicaciones de software y estudios de mercado relacionados con la energía. Resulta a todas luces fundamental los argumentos del referido especialista en relación al rol de las energías de base y las energías renovables. Asimismo, consideramos de suma importancia conocer su opinión sobre los países que se ubican a la vanguardia mundial en cuanto a renovables y energía nuclear (Alemania y Francia, respectivamente) y cuáles son los impactos de tales políticas en los precios de la electricidad, la seguridad energética y la mitigación del calentamiento global. El lector se llevará más de una sorpresa. Aplin se encarga además de anular uno a uno los típicos argumentos del ecologismo antinuclear en base a datos científicos y de la vida real. Finalmente, conviene repasar la opinión altamente favorable que le merece la política nuclear argentina. No es un dato menor que un canadiense de la provincia de Ontario (Canadá),cuna de los reactores CANDU, destaque y recomiende al mundo -al mundo interesado y comprometido en la defensa del medioambiente y el ser humano por igual- seguir los pasos de la reactivación nuclear de la República Argentina.



1) A pesar del accidente de Fukushima, ¿considera Ud. que existe un renacer de la energía nuclear en el mundo?
Sin duda hay un renacimiento nuclear en marcha, a juzgar por las construcciones que se realizan actualmente y las previstas para el futuro en Asia y en algunas regiones de América del Sur (desde luego, en la Argentina), Medio Oriente (Emiratos Árabes Unidos, Irán y Jordania) así como en algunas regiones de Europa Oriental y Escandinavia. Sin embargo, en la mayoría de los países que usaron inicialmente la energía nuclear (EE.UU., Francia, Canadá, el Reino Unido) el "renacimiento" ha avanzado mucho más lentamente. Las construcciones nuevas en estos países son raras y su puesta en marcha, es lenta. En Canadá el foco está centrado en el reciclado; actualmente aquí las nuevas construcciones no están en la agenda. El renacimiento de nuevas construcciones canadienses está estancado debido a la incapacidad de los gobiernos federal y provincial (Ontario) para acordar los términos de la venta de tecnología del fabricante del reactor, que era anteriormente propiedad del gobierno federal, al cliente provincial. Pero la razón principal que subyace a todo esto es que tanto los políticos como el público no reconocen la magnitud de la contribución de la energía nuclear, no sólo en cuanto a la seguridad y al suministro de energía eléctrica sino al suministro de energía limpia. Hay una falta general de conciencia acerca de la magnitud del problema global del CO2 originado por el hombre. En consecuencia, la educación básica acerca del carbono es algo que debe ser promovido por los defensores de la energía nuclear.


2) ¿Cuáles son los principales mitos antinucleares por excelencia?
Hay cuatro grandes mitos que invocan los grupos anti-nucleares para defender su postura. Se refieren a (1) la seguridad, (2) los residuos, (3) el costo y (4) la proliferación de armas. Todos son falsos. Pero su repetición, a menudo como una letanía, transmite al público general la impresión de que la energía nuclear está plagada de problemas complicados, difíciles de resolver y siniestros. Abordaré estos mitos en orden.

Mito 1. La seguridad, se basa en los titulares de los periódicos como en el caso de Fukushima, dirigidos a transmitir la sensación de que la energía nuclear entraña un peligro en sí misma. El hecho de que Fukushima, después de transcurridos 1.200 días, aún no ha mostrado su primera víctima humana se menciona raramente o nunca en el debate general. Pero sin duda, ése es el hecho sobresaliente - nadie ha muerto. Para superar esto, quienes defienden la energía nuclear deben lograr que este hecho sea más relevante para el público. Las dificultades en la comunicación al público de las alternativas y sus riesgos, para no mencionar los riesgos nucleares, obran en beneficio de los creadores del mito. Este es un tema vasto y complejo. Pero creo que la exageración y las profecías de los hacedores de mitos les juegan en contra. Han gritado tantas veces ¡viene el lobo! con respecto a la energía nuclear que cuando viene el lobo verdadero - bajo la forma de los peligros reales que efectivamente han producido lesiones y muertes - es ignorado.

Aclarar este punto de cara al debate público general dependerá de la voluntad de los defensores de la energía nuclear de ayudar a que el público advierta en los titulares de los medios de comunicación la ausencia de víctimas de la crisis de Fukushima y luego explicar por qué no ha habido ninguna baja.

Esto se relaciona con el problema de la excepcionalidad nuclear. El término Chernóbil es muy bien conocido. Pero no lo son Banqiao, Centralia, Texas City, Buffalo Creek o Amuay. Estas últimas fueron catástrofes relacionadas con la energía [Nota del Entrevistador: diferentes fuentes a la nuclear] que causaron muchas muertes (en el caso de Banqiao, decenas de miles). Ninguno de estos últimos términos se ha incluido en el léxico popular general como algo a ser temido y evitado, aunque todos ellos han costado muchas vidas humanas. Por otro lado Fukushima, un evento que no produjo víctimas, ha ingresado directamente al léxico del público. Parece aceptarse de manera acrítica que una fatalidad de origen nuclear es mucho más interesante que decenas de miles de muertes relacionadas con la energía hidroeléctrica. Este es un prejuicio inmoral y peligroso que debe ser desterrado.

Mito 2. Los residuos. Se busca crear la impresión de que los residuos nucleares son un problema físico enorme. De hecho las centrales nucleares son, con mucho, las que producen la menor cantidad de residuos, desde el punto de vista de la masa y el volumen, en comparación con el producto final (la electricidad, medida en kWh), con relación a cualquier otra tecnología de generación energética. La huella "residuo" nuclear de una persona durante toda su vida, en caso de que el 100% de su electricidad provenga de centrales nucleares, es algo así como una hogaza grande de pan. Si esa electricidad proviniera de plantas alimentadas con gas natural, la huella sería de más de 300 toneladas de CO2. Téngase en cuenta que el producto del "residuo" nuclear en realidad es reciclable - la mayor parte de la energía potencial original se mantiene después de haberlo utilizado una vez. El CO2 de los residuos fósiles, en caso de que fuera reciclable, es casi imposible de recuperar. La mayor parte permanece en la atmósfera durante cientos de miles de años.

Esta enorme diferencia en cuanto al volumen y la masa de los productos de desecho significa que las centrales nucleares, que han funcionado más o menos en forma continua durante décadas, habitualmente almacenan todo el combustible utilizado en el lugar. Sería físicamente imposible almacenar ni siquiera el residuo de un solo día, es decir, el dióxido de carbono, de una planta generadora de gas natural. Por esta razón las plantas de gas, de hecho todas las plantas de combustibles fósiles, simplemente vuelcan sus productos de desecho (en su mayor parte CO2) a la atmósfera. Y, por este sencillo motivo, el mundo se enfrenta hoy al cambio climático.

En cuanto a los peligros que plantea el combustible nuclear gastado, éste es, contrariamente al mito, fácil de gestionar. Ningún reactor podría haber comenzado a funcionar siquiera si esto no fuera así. El combustible nuclear gastado ocupa un volumen minúsculo y por lo tanto, es extremadamente compacto; se puede aislar bien con materiales fácilmente disponibles y puede reciclarse.

Mito 3. El costo. Se enfoca en los grandes costos de capital de las centrales nucleares pero rara vez se mencionan los bajos costos de operación. Por ejemplo, el costo de la energía nuclear de Ontario es de 5,5 a 7 centavos de dólar estadounidense por kWh (0,42 a 0,53 pesos argentinos). Aunque es la última planta que se construirá en Ontario, en Darlington, es legendaria por las demoras y los enormes costos que insume su construcción. Aun así, la energía nuclear es hoy en día la segunda fuente de electricidad de menor costo en Ontario, y las utilidades provenientes de la energía que genera su uso, resultan rentables. El bajo costo de la energía nuclear se pone de manifiesto en las restantes jurisdicciones en que la energía nuclear desempeña un papel dominante o importante para la generación: Francia, Suecia, Suiza y Estados Unidos. En las jurisdicciones que están contemplando añadir o aumentar la generación nuclear a sus redes, vale la pena mirar el costo de otras tecnologías de reducción de carbono como la energía eólica. Alemania y Dinamarca han adoptado masivamente la energía eólica. En ambos casos, el contenido de CO2 de su electricidad no se ha reducido, o bien ha aumentado. Mientras tanto, el costo por kWh de electricidad para la red general prácticamente se duplicó a partir de la expansión de las energías renovables.

Mito 4. La proliferación de armas. Se mezcla la energía nuclear civil (electricidad) con las armas nucleares y se asegura que lo primero conduce en forma directa e inevitable a lo segundo. Por lo tanto, los emisores de este mito declaman que si ponemos freno a la energía nuclear civil, podremos detener la proliferación de armas. De hecho, todos los programas de armas nucleares de los nueve Estados que actualmente tienen armas nucleares además de Irán, se iniciaron como programas militares estrictos y secretos. Ninguna arma nuclear ha salido de los programas civiles de electricidad en los 24 Estados NPT (sin armas nucleares) que poseen reactores nucleares. Ninguna arma nuclear provino de los programas civiles de ninguno de los nueve estados más Irán, poseedores de armas nucleares. Existen muy buenas razones técnicas para ello, que se refieren a la falta de idoneidad de los materiales e infraestructura civiles para las aplicaciones militares.

Estos cuatro mitos antinucleares, aunque son todos falsos, dan al público general la impresión de que la energía nuclear se enfrenta a problemas difíciles de resolver o sin solución. En realidad, se trata de una tecnología segura, limpia, confiable y rentable.

3) ¿Pueden las energías renovables por sí mismas resolver el problema del cambio climático?
Las energías renovables -es decir, la eólica y la solar- ni siquiera pueden empezar a resolver el problema de los gases de efecto invernadero. Esto es porque son incapaces por sí mismas de proveer electricidad de base, es decir, bajo demanda: electricidad 24 horas al día, siete días a la semana. La magnitud y la constancia de la demanda de energía eléctrica en las sociedades modernas, con demasiada frecuencia son pasadas por alto o se les resta importancia en el debate. Pero la carga de base juega un papel esencial: por lejos, la mayor parte de las emisiones de CO2, en términos absolutos, proviene de fuentes de energía de base. Sólo las grandes centrales hidroeléctricas, de combustibles fósiles y nucleares son capaces de suministrar energía de base. Como las grandes fuentes de energía hidroeléctrica ya han sido explotadas en la mayoría de los países y jurisdicciones, la elección de tecnologías que permitan generar energía de base recae sobre la energía nuclear o alguna forma de combustible fósil (habitualmente carbón o gas, aunque algunas jurisdicciones utilizan hidrocarburos líquidos como combustible).

Las energías renovables se han introducido en la redes de distribución eléctrica por decisión política, principalmente debido a la demanda popular percibida y no porque ofrezcan alguna ventaja económica u operativa. De hecho no ofrecen ninguna ventaja económica ni operativa. La popularidad percibida respecto de las energías renovables ha llevado a las autoridades a renunciar a criterios de seguridad energética tales como la rentabilidad y la fiabilidad cuando se trata de apoyar (en realidad, de volver obligatoria) la adición o la expansión de las energías renovables a las redes modernas.

Pero nadie debería pasar por alto el hecho de que solo las verdaderas tecnologías de carga de base son capaces de distribuir energía de base. En jurisdicciones donde la energía nuclear ha caído en desgracia, con seguridad las tecnologías fósiles la reemplazarán. Esto causará un aumento de las emisiones de CO2, sin importar cuántos parques eólicos y paneles solares se instalen. Alemania y Japón son excelentes ejemplos de esto. Desde las crisis de Fukushima en el 2011, tanto Alemania como Japón han aumentado la contribución de la energía fósil a su suministro eléctrico de base. De hecho, esto ha llevado a ambos países a abandonar sus promesas de reducir las emisiones de carbono.

4) Es clave poder diferenciar y comprender el significado de una energía de base de una que no lo es...
Las energías renovables no pueden generar energía a demanda y por lo tanto, no tienen ningún valor en cuanto a la capacidad. Un operador de red no puede llamar a una planta de energía eólica en un día de alta demanda para decirles que aumenten la potencia, digamos, en un diez por ciento. El operador de red tampoco puede garantizar que el parque eólico proporcionará energía de manera confiable durante las horas de menor demanda. No obstante, las sociedades modernas exigen electricidad de base. En las jurisdicciones antinucleares que invirtieron fuertemente en energías renovables hubo una abrumadora presión, ya sea para construir plantas fósiles o para garantizar las importaciones -basadas en acuerdos contractuales por los cuales se obliga al suministro confiable de energía- a fin de asegurar la existencia real de electricidad cuando los clientes la requieren. En esto consiste la diferencia entre la energía y la potencia: mientras que un parque eólico de 100 megavatios, según las estadísticas, se espera que proporcione una cierta cantidad de energía en un año dado, rara vez -por no decir nunca, podrá proporcionar 100 MW de potencia real cuando la sociedad lo necesita.

5) ¿Qué problemas se asocian con la supresión de las energías de base (o buena parte de su participación)?
La demanda social de carga base, es decir, de suministro eléctrico bajo demanda, 24 horas por día, 7 días a la semana, en el caso de las jurisdicciones respetuosas de las energías renovables, en realidad lleva a la necesidad de construir plantas paralelas de generadores convencionales. Teniendo en cuenta que la ineficiencia inherente a las energías renovables las vuelve más caras frente a la generación convencional, la necesaria construcción de generadores convencionales en paralelo hace que la electricidad sea extremadamente cara a nivel minorista para quienes tienen que pagarla, es decir, para los contribuyentes que pagan impuestos sobre la electricidad.

Esto ha sido demostrado en Europa, donde Alemania y Dinamarca han adoptado la energía renovable a gran escala -se cuentan entre los países cuyos hogares pagan los precios más altos por la electricidad. También tienen electricidad sucia, en términos de emisiones de CO2 por kWh. Del mismo modo, Japón ha mostrado un enorme aumento del precio de la electricidad doméstica: de 23,2 centavos de dólar en 2010 (antes de Fukushima) a 27,7 en 2012 (post Fukushima), junto con un aumento de las emisiones de CO2 relacionadas con la generación energética. Debe tomarse en cuenta que después de Fukushima, Japón no sustituyó la energía nuclear por las energías renovables, sino que importó más combustibles fósiles y construyó más plantas generadoras alimentadas por esos mismos combustibles. También recortó el uso de la electricidad, a expensas de su exportación industrial y de su calidad de vida doméstica.

Queda por ver cuáles serán los efectos sobre las economías y las sociedades de los países que han adoptado la electricidad cara (otra vez, Alemania y Dinamarca son buenos ejemplos), en especial cuando resulta claro para todos que esos países no sólo han fracasado en reducir sensiblemente las emisiones de CO2, sino que en realidad, las han aumentado.

5) ¿Cómo abordaría Ud. el análisis de la emisión de CO2 por fuentes energéticas?
La electricidad nuclear utiliza la energía de la fisión para producir el calor que en última instancia, enciende las turbinas y genera electricidad. La reacción de fisión no produce dióxido de carbono, que es el principal gas de efecto invernadero de origen humano. La inmensa mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector de generación de la energía eléctrica provienen del lugar de producción: es decir, en el sitio donde se genera la energía. Para la generación de energía a partir del carbón, estos GEI se emiten a una tasa de alrededor de 1 kilogramo por kilovatio-hora de electricidad enviado a la red; para las centrales alimentadas con gas natural, esta cifra es de alrededor de 300-500 gramos por kWh. En el caso de la energía nuclear, la cifra es cero.

Ahora bien, los GEI también se emiten durante la extracción, refinación y distribución de todos los tipos de energía, incluso la nuclear. En general, la cantidad de estos GEI "adicionales" -en las etapas previas y posteriores a la producción- tiende a ser directamente proporcional a la masa física del combustible mismo; esto refleja el esfuerzo físico necesario para extraer, refinar y transportar el combustible. De modo que en el caso del carbón y del gas natural se deben extraer, refinar y transportar cantidades de material muchos millones de veces más grandes, hasta el sitio de generación, que en el caso de la energía nuclear. Todo el mundo ha visto largos trenes de carga llegando a las plantas de energía alimentadas con carbón, muchas veces por semana. Pocas personas se dan cuenta de que llega casi la misma cantidad de gas natural a las plantas alimentadas con gas; esto es porque los cargamentos son invisibles, ya que son transportados por las tuberías donde no pueden ser vistos. Menos gente aún nota los envíos de combustible que llegan, en pequeños camiones, cada seis meses o algo así, a una planta nuclear.

Además, la extracción, refinación y fabricación del combustible nuclear requieren de electricidad. Si esa electricidad proviene de centrales nucleares, como se hace en Francia (la planta de enriquecimiento de uranio de Georges Besse cerca de Avignon utiliza la producción de cuatro reactores nucleares), entonces la emisión de GEI en la etapa previa a la producción de una planta de energía nuclear es simplemente insignificante.

También debe agregarse que el análisis del ciclo de vida en las etapas previas (upstream) se aplica también a los competidores de la energía nuclear: el carbón y el gas. En ambos casos, las emisiones de CO2 en las etapas previas asociadas con la extracción, refinación y transporte de combustible son mucho más elevadas, varias veces más elevadas, que las que se asocian con la energía nuclear.

Pero por lo que realmente debemos preocuparnos es por las emisiones en el sitio de producción. El combustible fósil más "limpio", el gas natural, emite de 300 a 400 gramos por cada kWh puestos en la red. La energía nuclear emite cero gramos.

6) Según la ONG Environment 360: "Mientras Alemania continúa aumentando la energía solar y la eólica, la decisión del gobierno de eliminar la energía nuclear significa que ahora depende en gran medida de la forma más sucia del carbón, el lignito, para generar electricidad. El resultado es que después de dos décadas de progreso, están aumentando las emisiones de CO2 en ese país". ¿Estás de acuerdo o en desacuerdo y por qué?
Es imposible estar en desacuerdo con esa afirmación, porque se trata de un hecho documentado. Como dije en mi respuesta a la pregunta 3, las "energías renovables", eólica y solar -no pueden reemplazar a las fuentes de electricidad de base. Esto es porque son de naturaleza intermitente e impredecible. Sólo las fuentes de carga de base pueden reemplazar a otra fuente de las mismas características. De modo tal que, como Alemania ha decidido suprimir una fuente de energía de base -la nuclear- puede substituirla sólo por otra fuente de energía de base. Sus únicas alternativas en ese sentido son el carbón y el gas natural. Y como a partir de la decisión de conectar la energía eólica y la solar a la red, esto se ha traducido en que Alemania tenga uno de los precios de electricidad doméstica más altos de Europa, la presión para reemplazar la energía nuclear por una fuente de energía de base igualmente barata ha llevado a una proliferación abrumadora de nuevas plantas de lignito, que emiten más carbono que el gas. El lignito tiene un precio tan bajo porque es sucio -es suciedad combustible.

7) En la página web de Agora Energiewende (grupo de reflexión antinuclear de Alemania) se esgrimen las principales razones que justifican el abandono de la energía nuclear. ¿Está de acuerdo con ellas? (recomendamos al lector ingresar en http://www.agora-energiewende.org/topics/the-energiewende/germanys-clean-energy-transition-what-is-the-energiewende)
El sitio da 4 razones de las que voy a ocuparme en orden. Primera razón: que "los riesgos de la energía nuclear no pueden manejarse en forma segura," es simplemente una repetición del mito de "seguridad" que mencioné en respuesta a la pregunta 2. No hay ninguna actividad humana que esté exenta de cierto riesgo, de manera que exigir una operatividad nuclear sin riesgo es tan realista como exigir que el transporte automotor o el transporte aéreo, la producción de alimentos o las minas de carbón estén exentos de él. Lo más que se puede esperar es que se evalúen los riesgos de las tecnologías que compiten contrastándolos con criterios del mundo real para ver cómo se desempeñan. El hecho simple es que la energía nuclear tiene, por lejos, la tasa más baja de accidentes comparada con las principales tecnologías generadoras de energía. Otra vez, Fukushima. Los reactores se fundieron 1.230 días atrás. A pesar de la abrumadora cobertura periodística, no se han mencionado víctimas debidas a los efectos de las radiaciones ionizantes emitidas por los reactores. La profusión y el volumen de la cobertura noticiosa no significan que la tecnología sea peligrosa.

La Segunda razón es indiscutible. Es una pena que la energiewende de Alemania haya terminado por incrementar el uso de combustibles fósiles para generar electricidad. Eso es lo que resulta de la implementación de una política antinuclear.

La Tercera razón puede ser cierta en teoría, pero en la práctica el carbón y el gas son mucho más baratos que la energía eólica y la solar. Nuevamente, esto se refiere a la confiabilidad (es decir, la eficiencia) y abundancia de los combustibles fósiles. Son mucho más controlables y eficientes que la energía eólica y la solar. Por esta razón Alemania está reemplazando gradualmente las centrales nucleares por plantas de carbón.

La Cuarta razón tiene algún fundamento - después de todo, Alemania obtiene casi el 40 por ciento de su gas natural de Rusia. Si se tensa la relación con Rusia, como ahora, es inevitable que surja la cuestión de la seguridad energética. Irónicamente, Alemania tendría mucha más seguridad energética con el uranio que con el gas. Esto es así porque el uranio es una fuente concentrada de energía que Alemania podría contratar en cualquiera de los muchos países que la producen y no tendría que preocuparse por depender de un solo proveedor.

8) En su excelente trabajo http://canadianenergyissues.com/2014/01/27/two-carbon-reduction-paths-diverged-in-the-european-policy-wood-great-britain-takes-less-traveled- more-interesting-one/ Usted señala que: "Dada la enorme diferencia entre la posición de Francia con respecto a la matriz de precio del carbono (bien adentrada en el cuadrante IV, donde todo el mundo quiere estar) y la de Alemania (totalmente dentro del cuadrante II, donde nadie quiere estar), es evidente que los franceses están haciendo lo que hace falta respecto del carbono. Alemania solo habla". ¿Podría explicarnos esta afirmación con más detalle?
En los medios de comunicación estadounidenses y en los círculos donde se formulan políticas, Alemania recibe en general una cobertura muy favorable a causa de sus esfuerzos en materia ambiental. Alemania es elogiada por su construcción masiva de turbinas eólicas, pero son muy pocos los que consultan las fuentes públicas para ver qué efecto, en términos de CO2 por kilovatio-hora de electricidad, ha tenido esta construcción masiva. El hecho es que los hogares alemanes pagan dos veces más que los hogares franceses por la electricidad, que además es por lo menos cinco veces más sucia.

Claramente, sobre esta base y según las normas de organismos internacionales como el IPCC, que han estado enviando advertencias al mundo para que reduzca las emisiones de CO2 a partir de la generación de energía, los franceses están actuando bien y los alemanes lo están haciendo mal.

La matriz de precio de carbono de ese artículo también mostró que otras jurisdicciones lo están haciendo bien: además de Francia, son Ontario, Suecia, Finlandia y Suiza. Aun así, las jurisdicciones del Cuadrante II como Alemania, Dinamarca y España - que cuentan con una electricidad mucho más sucia y sobre todo mucho más cara que las jurisdicciones del Cuadrante IV -reciben elogios en los medios estadounidenses y en los círculos de política ambiental.

Si el objetivo es reducir las emisiones de CO2 provocadas por la generación de energía sin arruinar la economía, entonces claramente las jurisdicciones del Cuadrante II no tienen nada que enseñar y sí mucho que aprender de aquellos situados en el Cuadrante IV. Pero el debate público actual, al menos en América del norte, indica exactamente lo contrario.

9) ¿Cuáles son los aspectos más destacados de la experiencia canadiense con la energía nuclear y la seguridad energética?
La experiencia nuclear de Canadá remite principalmente a la experiencia nuclear de Ontario, puesto que en gran medida la generación nuclear de Canadá se encuentra en ese lugar. Es interesante su pregunta sobre la seguridad energética: Ontario decidió adoptar la energía nuclear a mediados de 1960 después de que una gran huelga en una región minera de los Estados Unidos, el principal proveedor de carbón para las centrales térmicas de Ontario, puso en riesgo la producción energética necesaria. Hoy en día, y por lejos, Ontario obtiene la mayor parte de su electricidad de las centrales nucleares (CANDU, similar al reactor de Embalse). A propósito, se puede observar el rendimiento por hora de las plantas nucleares de Ontario en las tablas A1 y A2 de mi sitio web www.canadianenergyissues.com. Por desgracia, esto no es bien conocido y todavía mucho menos reconocido por quienes de hecho lo conocen.

10) ¿Cuál es su opinión sobre la política nuclear de la República Argentina en estos últimos años?
La Argentina tiene una historia nuclear muy impresionante y una enorme capacidad nuclear en la actualidad. Es uno de los dos únicos países en todo el hemisferio occidental (el otro es Estados Unidos) en el que está en marcha la construcción de nuevos reactores nucleares. Parece que el apoyo del gobierno nacional ha sido el motor decisivo para la actual actividad nuclear en la Argentina. Esto es algo bueno: la extensión de vida del reactor de Embalse añadirá 30 megavatios de capacidad generadora altamente confiable con cero emisiones de carbono, y la planta Kirchner, ahora crucial (felicitaciones, por cierto) agregará ~ 745 MW de capacidad similar.

Solo estos dos proyectos proveerán a la Argentina un adicional de ~6 mil millones de kWh de electricidad exenta de carbono cada año. En el terreno, eso significa, en términos prácticos, 775 MW de energía eléctrica adicional, 24 horas al día durante literalmente cientos de días a la vez. Este grado de confiabilidad, a un costo razonable para los consumidores, aporta un valor enorme a la sociedad. Si esa energía fuera proporcionada utilizando gas natural, las emisiones de carbono asociado serían aproximadamente de 3.300 millones de toneladas por año (y aún más si se utilizara petróleo o carbón).

Su país parece dispuesto a embarcarse en un nuevo proyecto de generación nuclear. Con prescindencia de la tecnología elegida, la adición de más capacidad nuclear al parque de generación eléctrica de la Argentina traerá aparejada mayor seguridad energética a la vez que reducirá la intensidad de CO2 por kWh (CIPK por sus siglas en inglés). Como actualmente no se tienen datos sobre el precio exacto de la electricidad en la Argentina, no puedo situarla en la matriz de precio del carbono. Pero los 390 gramos de CIPK de la Argentina (cifra de 2011 publicada por la AIE) ubican al país en el Cuadrante 1 o en el Cuadrante 2. Su CIPK sin duda se reducirá con la adición de la nueva capacidad proveniente de los reactores de Embalse/Kirchner y lo volverá a hacer cada vez que se agregue capacidad nuclear adicional.

El constante compromiso de la Argentina con el reactor CAREM es también muy emocionante y positivo. Este reactor, debidamente comercializado e implementado, podría finalmente llevar un suministro energético estable y sostenible a las comunidades remotas.

Las decisiones de la Argentina con respecto a estos proyectos, por tanto, han sido extremadamente prudentes y responsables. Los países o jurisdicciones que buscan proporcionar seguridad energética ambientalmente sostenible deben prestar mucha atención a la política nuclear argentina.