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"Energía For Export"... La versión mejorada del granero del mundo

Autor | Belen Ennis


Conflictos de Interes
La autora no manifiesta conflictos de interés


Palabras Claves
aislamiento, Daniel Montamat, diario La Nación, energía, Estado, granero del mundo, neoliberalismo, renacionalización, YPF, zonceras



27-11-2014 | El relato opositor se empeña en hacernos creer que nuestro país está completamente aislado del mundo. Sin embargo, fue la Argentina quien consiguió aprobar en la Asamblea General de las Naciones Unidas -a través de 124 votos positivos y solo 11 negativos- la propuesta de elaborar una convención internacional sobre quiebras y reestructuraciones de deudas de Estados soberanos. Claramente este tipo de inserción mundial no es la que esperan aquellos que desean que nuestro país siga siendo el traspatio de las grandes potencias económicas. Estos sectores, que siempre anhelaron una Argentina arrodillada frente al capitalismo financiero internacional, son los mismos que hoy reproducen la zoncera del "aislamiento" porque son incapaces de defender otro tipo de inserción que no sea la dependiente.


La cuestión siempre es la misma: soberanía o entreguismo. Un gran pensador argentino como Juan José Hernández Arregui escribía en el año 1963 que "el rasgo contradictorio del ser nacional en los países uncidos a la órbita de las grandes potencias mundiales, es en determinadas clases, como proyección mental del imperialismo sobre las colonias, el sojuzgamiento acatado del ser nacional a la voluntad extranjera, y en otras clases una disposición contraria de no entrega del destino nacional, de la patria, de la heredad cultural, a los poderes extraños". Si corremos el velo que supone la zoncera del "aislamiento" y ahondamos en las causas de esta clase de discursos nos encontramos, una vez más, con la posición de sojuzgamiento del ser nacional a la voluntad extranjera a la cual hacia referencia Hernández Arregui.

El complejo de inferioridad cultural que sufren ciertos sectores de la "inteligencia" argentina supone que cada paso que nuestro país da hacia la búsqueda de una mayor soberanía nacional representaría un salto al vacío en la esfera mundial. La solución propuesta por estos sectores no es novedosa: si el problema es el aislamiento lo que debemos hacer es volver a insertarnos en el mundo cumpliendo el rol que hace 200 años (luego de la derrota del Plan de Operaciones de Moreno y Belgrano) nos fue asignado por las grandes metrópolis mundiales: la expoliación de los frutos de nuestra tierra en pos de satisfacer demandas alimenticias o industriales foráneas. De esta manera, cualquier intento de desarrollo económico sustentable, soberano y en beneficio de los intereses nacionales es vivido por estos sectores como un acto de desobediencia histórica frente al rol que la Argentina debería ocupar en la división internacional del trabajo.

Creemos que cualquier proyecto de país que se proponga como objetivo último la segunda y definitiva independencia, debe proteger las causas que hacen posible el pasaje de una economía agropecuaria a otra de carácter industrial. Y aquí es cuando la defensa de la soberanía energética reviste una importancia fundamental.

Sin embargo, el conservadurismo argentino todavía no está derrotado y son varios los ejemplos de entreguismo energético que, con la excusa del aislamiento, pretenden rifar nuestros recursos naturales al mejor postor. El diario La Nación -órgano de prensa de la oligarquía argentina- es uno de estos ejemplos. La semana pasada, bajo el título "La energía nos puede reinsertar en el mundo" el ex Secretario de Energía, Daniel Gustavo Montamat, publicó un artículo de opinión en donde aseguraba que, a través los recursos energéticos, la Argentina podía volver a subirse a un mundo del que supuestamente se había caído hace rato.

Antes de continuar, se hace preciso realizar un breve resumen del curriculum vitae del Sr. Montamat. Fue director de Gas del Estado entre 1985 y 1987 y director y presidente de YPF entre 1987 y 1989. Desde este lugar estratégico operó a favor de la privatización de la empresa estatal YPF, la cual se llevó a cabo finalmente en el año 1992. Luego se dedicó a asesorar a empresas energéticas, hasta que en 1999 fue convocado por el presidente Fernando De La Rúa para hacerse cargo de la Secretaría de Energía, donde se desempeñó hasta el año 2000. Hoy este personaje nefasto para la historia hidrocarburífera argentina, representante del neoliberalismo energético, es quien pretende aconsejarnos sobre estas cuestiones.

En sintonía con la zoncera del aislamiento, Montamat escribe que el "reacomodamiento del orden global ofrece a la Argentina una nueva oportunidad de reinserción estratégica en las relaciones internacionales. La onda larga que favorece los precios de los alimentos y la revolución energética generada por la explotación de los recursos fósiles no convencionales nos habilitan en conjunto con nuestros socios de la región a ofrecer a otras regiones del mundo la satisfacción de dos demandas prioritarias: energía alimentaria y energía no alimentaria". Claramente, la "reinserción estratégica" a la que hace referencia Montamat no es otra que la de subsidiar a las economías dominantes ofreciéndoles nuestros recursos naturales con el objetivo de satisfacer sus necesidades energéticas. Estamos ante la presencia de la versión mejorada del "Granero del mundo", película que ya vimos varias veces y que sabemos que no augura un final feliz. No existe ningún beneficio "estratégico" para la Argentina cuando el desarrollo energético se realiza en pos de intereses foráneos. El beneficio nacional llega cuando ese mismo desarrollo energético se utiliza para poner en funcionamiento las fábricas que van a industrializar nuestro país, permitiendo el crecimiento de la Argentina en su conjunto.

Los que hoy pretenden dejar en manos de capitales privados, en su mayoría extranjeros, nuestros recursos naturales son los mismos que ayer desmantelaron YPF. Los nostálgicos de los 90, los defensores de las "relaciones carnales" con los Estados Unidos, los que utilizan el fantasma del aislamiento con el fin de fomentar una política energética entreguista, no son más que lobbystas del establishment petrolero internacional.

Cuando el Estado promueve el desarrollo de la matriz energética y, conciente de sus debilidades tecnológicas, favorece un acuerdo entre YPF SA y Chevron, Montamat escribe que se "menoscaba la capacidad estratégica de negociación a cambio de inversiones oportunistas relacionadas con la urgencia cambiaria". No creamos que el ex Secretario de Energía de Fernando De la Rúa esté agitando las banderas del nacionalismo petrolero; lo que intenta hacer es descalificar los acuerdos que YPF SA mantiene con Chevron alegando, en base a la mera especulación, que en este tipo de negociaciones existen cláusulas que benefician sólo a esta última empresa. El comunicado de prensa que realizó YPF el mes pasado es claro al respecto: "El éxito del proyecto parece incomodar a determinados intereses que buscan generar sospechas sobre supuestos secretos y cláusulas abusivas, tratando de sembrar incertidumbre a potenciales inversores. Y no hay dudas que situaciones como esta, en dónde se violan los más elementales resguardos de la información, ponen en peligro no solo la continuidad del propio proyecto, sino de inversiones futuras". Si Montamat o La Nación hubieran estado tan preocupados por la causa petrolera nacional tendrían que haber publicado algún artículo criticando los manejos que hacía Repsol en YPF y apoyado su posterior nacionalización, cosa que claramente no hicieron.

Detrás del ataque que realizan los representantes del neoliberalismo energético hacia la nacionalización de los hidrocarburos y detrás de la zoncera del aislamiento mundial se esconde una crítica más profunda al modelo de desarrollo económico vigente desde el año 2003. Lo que estos sectores no le perdonan al gobierno es haber tenido la voluntad política de torcer el destino agropecuario que los intereses nacionales colonizados y el imperialismo internacional desearon siempre para la Argentina.

La oligarquía sabe que industrializar el país supone la pérdida de sus privilegios. En este sentido, retomamos las palabras que, en 1963, pronunciaba Juan José Hernández Arregui: "El progreso de la industrialización desplaza a la antigua clase dominante del poder político. En tales períodos se asiste a los intentos de la oligarquía, aún poderosa, por rejuvenecer sus mitos decrépitos, enderezados a negar que la Argentina tenga otro destino que el que siempre tuvo: los frutos de la tierra".

Hoy, 51 años después, esa misma oligarquía pastoril continúa agazapada, aguardando la oportunidad de destruir las conquistas del pueblo argentino y pretendiendo retornar a la Argentina de las vacas gordas y los peones flacos. Pero hoy también, 51 años después, somos varios los que vamos a seguir presentándole batalla.



Bibliografia
- Hernández Arregui, J.J. (1963). ¿Qué es el ser nacional?. Buenos Aires: Editorial Plus Ultra.

La Nación: http://www.lanacion.com.ar/1746479-la-energia-nos-puede-reinsertar-en-el-mundo

OETEC: http://www.oetec.org/nota.php?id=802&area=1

OETEC: http://www.oetec.org/nota.php?id=813&area=1

YPF: http://www.ypf.com/YPFHoy/YPFSalaPrensa/Documents/87-YPF-informa.pdf

Pagina/12: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-1869-2005-05-15.html