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Humanizando la Energía... en el nuevo libro "Ex secretarios de Energía bajo la lupa"

Autor | Federico Bernal


Conflictos de Interes
El autor manifiesta conflictos de interés: su identificación política con el Plan Energético Nacional 2004-2019


Palabras Claves
Brigadier López, central térmica, desarrollo, editorial Planeta, energía, ex secretarios, Federico Bernal, General San Martín, Ignacio Sabbatella, libro, neoliberalismo, Ricardo De Dicco, Santa Fe, semicolonia, soberanía energética, termoelectricidad, Vuelta de Obligado, zonceras energéticas



02-12-2014 | Coincidimos con el sociólogo francés Pierre Bourdieu: "la opinión pública no existe". En valioso y reciente artículo, la decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, Lic. Florencia Saintout, explicaba a propósito del concepto de Bourdieu: "...lo que se llama opinión pública no es una verdad por fuera de la historia sino que es inventada... es un artefacto. [Bourdieu] No dice que los sujetos no tienen opinión, o que sus opiniones son falsas o mentirosas, sino que afirma que son creadas en procesos de luchas por el sentido. Y en esas luchas no todos tienen el mismo poder ni sus voces se escuchan de igual modo. Los medios de comunicación tienen posiciones privilegiadas respecto de muchos otros actores. Ocupan un lugar central en las capacidades de modelar el sentido común, especialmente sus opinadores dominantes...". De igual forma que en economía, filosofía, ciencia, cultura, etc., el conservadurismo argentino también cuenta con "opinadores dominantes" en materia energética. Hablamos del grupo de los ocho ex secretarios de Energía liderados por Daniel Montamat, ex funcionarios entre 1982 y 2002. Aunque progresivamente cuestionados, disponen aún de un considerable poder de persuasión sobre la sociedad (según definición de la Real Academia Española, persuasión: inducir, mover, obligar a alguien con razones a creer o hacer algo ), conduciendo a la opinión pública a adoptar posiciones de cuño netamente neoliberal. Tal poder de persuasión viene dado, por un lado, producto del cuasi masivo apoyo mediático que reciben -a su vez emanado de los medios de comunicación más poderosos del país- y, por el otro y de mayor incidencia que el primero, como consecuencia de la derrota cultural que el pueblo argentino padeció sin pausa entre 1976 y 2003. En términos generales, los "opinadores dominantes" seleccionados por el mercado para llevar su mensaje a la sociedad no necesitan convencerla de sus postulados (según la definición de la Real Academia Española, convencerla: incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de comportamiento) sino que con persuadirla alcanza. "Persuadir" en lugar de "convencer" es mucho más fácil y constituye la gran ventaja cultural del relato neoliberal doméstico por sobre el relato forjador de una conciencia de sí y para sí en las clases populares (incluyendo por supuesto a las clases medias), forjador igualmente -y para el caso que aquí nos convoca- de una concepción de la energía en función del interés de esas mismas clases y de un proyecto político industrialista y económicamente moderno y soberano. Cuando hoy en la provincia de Santa Fe se inaugure oficialmente la termoeléctrica Vuelta de Obligado, y el conservadurismo ningunee o censure la noticia, sepa el lector por qué lo hace.


Zonceras energéticas
A la hora de analizar la realidad del sector energético nacional, el referido grupo de "opinadores dominantes" en energía (en adelante, los ex secretarios) recurren a las típicas zonceras neoliberales: el control y la regulación estatal de la energía traba su normal desenvolvimiento; el Estado no puede administrar empresas (como por ejemplo YPF o las distribuidoras eléctricas), ni asignar ni gestionar recursos (inversiones); los mercados deben ser los encargados de dictar las políticas del sector, en función de la ley de la oferta y la demanda, y demás "libre dictámenes"; cualquier privatización es preferible a una estatización; las inversiones en obras de infraestructura energética (asignadas por el mercado) deben priorizar la utilidad privada, así como las precios de los servicios públicos y combustibles -preferentemente en manos de privados, locales o extranjeros- asegurar el retorno de las inversiones a los accionistas; el desarrollo energético (obras, por ejemplo) debe estar precedido por un desarrollo económico que lo justifique (¡y no a la inversa!); la balanza comercial energética debe ser siempre superavitaria, en un marco de austeridad fiscal y económica (la energía como commodity); subsidios y retenciones cero; etc. Dado que sus postulados son ideológica y políticamente antagónicos a los del gobierno nacional, argumentan entonces que, al menos desde 2004 y de forma paulatina, la Argentina asiste a una profunda crisis energética como consecuencia de equivocadas políticas implementadas desde la asunción de Néstor Kirchner, luego profundizadas por la actual Presidenta de la Nación.

Acerca del libro "Ex secretarios de Energía bajo la lupa"
En el libro recién salidito del horno "Ex secretarios de Energía bajo la lupa. ¿Quiénes son, qué hicieron y a quiénes representan los críticos energéticos del kirchnerismo?" (Editorial Planeta), sus autores Ricardo De Dicco, Ignacio Sabbatella y este servidor analizaron el accionar de los integrantes del aludido grupo en calidad de funcionarios públicos. Nuestras hallazgos son contundentes: sus ideas y propuestas -por todos conocidas- son contrarias al interés de una ciudadanía que aspira a gozar de: 1) un modelo de desarrollo basado en un crecimiento ascendente de la calidad de vida de la población, garante a la vez de un desenvolvimiento socioeconómico regional equilibrado (ninguna provincia excluida); 2) acceso progresivo, asequible y de proyección universal a la energía para todos los actores económicos y sociales del país; 3) un aparato comercial, productivo e industrial -moderno y diversificado- con productividad y competitividad ascendentes; 4) obras de infraestructura masivas -adaptadas a las inmensas dimensiones geográficas de la República- con inversiones y decisiones políticas guiadas, más que por la rentabilidad de accionistas y empresarios, por expandir el bienestar y el desarrollo socioeconómico allí donde más se necesite, allí donde los más vulnerables o postergados lo demanden; y 5) un medioambiente más protegido con fuentes de generación de baja o nula emisión de gases de efecto invernadero.

En suma, un modelo energético como pilar del bienestar popular y la mejora progresiva de su calidad de vida, de carácter o tendencia universal y verdaderamente federal, puntal para la modernización y diversificación económica, promotor del desarrollo científico-tecnológico y estratégico para la inserción internacional de la Argentina como un nación que no se resigna a convertirse en patio trasero de nadie. Energía, en pocas palabras, no como una mercancía en pocas y elitistas manos, regido además por sus balances de cuenta y caprichos, sino Energía para la felicidad y realización del pueblo argentino.

El Índice de Desarrollo Energético
La posición precedente brilla y brillará por su ausencia tanto en los medios de comunicación conservadores como en sus "opinadores energéticos dominantes". No es el factor humano el primordial para ellos sino el factor mercado, esto es, la fortuna y porvenir de los grandes grupos económicos concentrados. Cuando el canal TN del Grupo Clarín realizó una síntesis de los diez años del Plan Energético Nacional 2004-2019, en mayo del presente año, no hubo una sola mención al ser humano. Es decir, omitieron examinar si al cabo de once años de políticas energéticas kirchneristas la ciudadanía y el aparato productivo, comercial e industrial nacional gozaba de mejor y más energía o, por el contrario, padecía su ausencia o deterioro. La omisión no es ilógica. El mercado razona en función de sus valores. Ahora bien, y por mucho que cueste creerlo, la visión de TN, a su vez nutrida constantemente por los aportes del grupo de los ex secretarios es, en el contexto mundial, tan minoritaria como progresivamente objetada. En efecto, los cinco puntos mencionados en el apartado anterior resultan en realidad los que más abundan y los que más consenso generan a escala planetaria entre especialistas, organizaciones y funcionarios en general.

Tomemos por caso la definición de energía provista por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) pero indirectamente a través de uno de sus principales indicadores. Señala en su portal oficial que "la AIE ha creado el Índice de Desarrollo Energético (IDE) con el propósito de una mejor comprensión del rol que la energía juega en el desarrollo humano. Se trata de un indicador que mide el progreso de la transición de un país o de una región en el uso de combustibles modernos. A la vez que midiendo la pobreza energética, el EDI provee una base analítica rigurosa para la definición de políticas sectoriales". ¿Cómo se calcula el IDE? Nos explica la AIE que su metodología es "una suerte de espejo del Índice de Desarrollo Humano que elabora el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y se compone de cuatro indicadores, cada uno de los cuales captura un aspecto específico potencial de la pobreza energética: a) consumo energético comercial per cápita: sirve como indicador del desarrollo económico general de un país; b) consumo eléctrico per cápita del sector residencial: sirve como indicador de la fiabilidad y capacidad que un consumidor tiene para pagar su servicio eléctrico; c) la participación del uso de combustibles modernos en el sector energético residencial: sirve como indicador del nivel de acceso a facilidades de cocción limpias; y d) porcentaje de la población con acceso a la electricidad". ¿Por qué será que TN, sus periodistas y el grupo de los ex secretarios no utilizan ninguno de estos parámetros en sus diagnósticos sobre la salud energética del país y el resultado de los diez años de Plan Energético Nacional?

El progreso energético argentino (censurado)
El IDE en su versión de 2002 encontraba a nuestro país en la posición 17 (sobre un total de 75) con un índice general de 0,698 y un índice de electrificación de 0,95 (95% de la población). Ocho años más tarde, el IDE correspondiente a 2010 ubicaba a la Argentina en la tercera posición, con un índice general de 0,820 y un índice de electrificación de 0,97. En sus conclusiones se lee: "Los resultados del EDI revelan una mejora generalizada en los últimos años, liderados por avances en China, Tailandia, El Salvador, Argentina, Uruguay, Vietnam y Argelia". El notable progreso argentino obedecía, entre otros factores, a la incorporación de millones de ciudadanos a la electricidad: si en el año 2000 la AIE contabilizaba 2 millones de personas sin acceso a este servicio sobre un total de 37 millones, en el año 2011 y según el más reciente WEO (2013), la cifra anterior había descendido a 1,1 millones de personas aunque sobre un total de 40 millones. Es decir, entre 2003 y 2011 se incorporaron 4 millones de personas al servicio de electricidad. Llegado a este punto, las preguntas lógicas a formularse son: ¿por qué esta concepción energética, así como sus indicadores y resultados sobre la Argentina son olímpicamente ignorados por el grupo de los ex secretarios de Energía? ¿Cómo se explica, prestando oídos a sus críticas, que todo lo hecho en estos últimos once años sea negativo? Y, más importante aún: ¿padecemos los argentinos y argentinas de una crisis energética terminal e irremontable (sobre todo de no seguir sus recomendaciones)? ¿Qué ejemplos ofrece el mundo de países con crisis energética? Los ex secretarios no ofrecen comparación ni ejemplo alguno.

Energía: entre la Nación y la semicolonia
Cuando en el día de la fecha se inaugure la Central Térmica Vuelta de Obligado (CTVO) -será la 6ta termoeléctrica construida en la era K y la obra número 26 (número que incluye ampliaciones y modernizaciones) de potencia superior a 100 megavatios del Plan Energético 2003-2014-, el conservadurismo y sus "opinadores dominantes" mirarán para otro lado. La última central de este tipo construida en la provincia de Santa Fe fue la Gral. San Martín, cuyas obras comenzaron en 2007 y entró en servicio en 2010. ¿La anterior? Brigadier López, cuyas obras se iniciaron en 2010 y su ciclo abierto en marcha en 2012 (en pocos meses será cerrado el ciclo combinado). ¿La anterior? A fines de los años 50 del siglo pasado.

En 1976, Santa Fe tenía 253 MW de potencia instalada; para 1983 aumentó un 58,5% (401 MW). Desde entonces se mantuvo más o menos invariable hasta 1999, para de allí en más desplomarse. Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia, la potencia instalada de la provincia era de 157 MW, ¡inferior a la de 1976! Para felicidad del pueblo santafesino, la historia cambió. En 2011 la provincia ya tenía 1.143 MW; y en 2012 1.441 MW. Ahora, agréguense 540 MW adicionales con la CTVO. Pero lo más importante y que ninguna gracia hace a la semicolonia -que precisa para subsistir de un mercado interno atrofiado, un pueblo excluido y una industria pastoril y vacuna-, la CTVO beneficiará a casi 1,6 millones de hogares y aportará un suministro eléctrico seguro y proporcionado al cordón industrial santafecino. Imposible (y lógico) que los "opinadores dominantes" del conservadurismo energético celebren y destaquen semejantes avances, ellos a los que no les importó tener a más de la mitad de las provincias fuera del sistema de interconexión eléctrico y del acceso a gas por redes, ellos que depredaron nuestros recursos hidrocarburíferos con irracionales y masivas exportaciones a la vez que incrementando la dependencia termoeléctrica directa e indirectamente (paralizaron los planes nacionales nuclear e hidroeléctrico). Ellos, en definitiva, que deshumanizaron la Energía, como deshumanizado marchaba el país con ellos hacia su planificada desgracia.