"Ing. Enrique Martín Hermitte"
Soberanía y Seguridad Jurídica Popular
| Artículos de opinión
Autor | Noemí Brenta,
Conflictos de Interes
La autora no manifiesta conflictos de interés
Palabras Claves
bonos de la deuda, Cristina Fernández de Kirchner, default, Griesa
08-02-2016 |
En 2012, cuando Griesa ordenó a la Argentina depositar en una cuenta custodia todo el reclamo del fondo buitre NML, antes de pagar a los acreedores que aceptaron el canje, amenazó con sancionar a cualquiera que participara en el pago a los bonistas (92,4% del total de los acreedores). En esta bolsa de presuntos cómplices entraban el banco agente de pago de la deuda argentina, las entidades depositarias de los títulos, los bancos donde los bonistas recibían los pagos, los propios bonistas, y todo el sistema intermediario de clearing bancario y electrónico.
El gallinero se revolucionó, y llovieron las quejas y pedidos de aclaración de las entidades involucradas y de los acreedores que aceptaron el canje (con quitas del 65% y extensión de plazos), quienes esperaban seguir cobrando regularmente. La Argentina interpuso otros recursos judiciales, y los tiempos se estiraron. Así el país pudo pagar normalmente los vencimientos de 2012 y 2013.
Pero en 2014 otro fue el cantar. La última instancia de la justicia estadounidense a la que la Argentina podía recurrir, la Corte Suprema, no aceptó analizar la ilegalidad del reclamo de NML, y las medidas de Griesa quedaron firmes. Como venía haciendo desde 2005, el gobierno argentino depositó el pago a los bonistas, que vencía el 30 de junio, en el Bank of New York Mellon. Pero el poder judicial neoyorquino inmovilizó esos fondos, que quedaron en un limbo. Así, el 30 de julio de 2014, Griesa declaró que la Argentina se encontraba en default, a pesar de que el país no solo tenía voluntad de pago, sino que había desembolsado los fondos para hacerlo.
Esta situación fue muy distinta de los verdaderos defaults de la Argentina, como el del 24 de diciembre de 2001, cuando el sobreendeudamiento y el agotamiento fiscal la obligó a suspender el pago de todos sus bonos, por más de 100.000 millones de dólares. O el default de 1982, cuando la dictadura no pudo seguir atendiendo la deuda externa que ella misma multiplicó por ocho en solo seis años, y que condicionó el futuro del país por varias décadas.
La declaración del default selectivo de los bonos argentinos que sus dueños no pudieron cobrar aunque el gobierno depositó los fondos para su pago, permitió a los buitres engordar sus ingresos por otra vía, la del cobro de títulos CDS. Más allá de los detalles técnicos, la cuestión es que los buitres se las arreglan para alimentarse de un variado menú en la selva de las finanzas globales, a pesar de sus evidentes conflictos de intereses.