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El retorno de las políticas ofertistas

Autor | OETEC-ID


Palabras Claves
Cavallo, curva de Laffer, déficit cero, Macri, políticas ofertistas, retenciones, soja



15-02-2016 | [Economía Política para la Argentina - EPPA] Tanto en la teoría como en la práctica económica existen dos posturas bien diferenciadas acerca de las políticas económicas recomendables: a) algunos economistas sostienen que las políticas de demanda son las que mejor resultado tienen para aumentar la producción y el empleo, como por ejemplo el aumento de los ingresos a los consumidores y el incremento de la inversión pública que provoca un aumento de la demanda agregada, lo cual se traduce en un crecimiento de la inversión, la producción y el trabajo y b) algunos economistas sostienen que las políticas más efectivas son aquellas que tienden a incrementar la oferta agregada de la economía, como por ejemplo la reducción de los impuestos a los empresarios que permitiera incrementar la inversión.*


Dos de los exponentes más conocidos de las políticas de demanda fueron tanto Kalecki como Keynes, quienes teorizaron sobre los efectos positivos de aplicar políticas económicas que permitieran el aumento de la demanda agregada. Los países que salieron más rápido de la crisis de 1929 fueron aquellos que pudieron sostener una expansión del consumo y la demanda.

Sin embargo, el presidente Ronald Reagan en la década del ochenta implementó en Estados Unidos una típica política ofertista, recuperando la teoría de Say que decía que “toda oferta genera su propia demanda”. En efecto, en la crisis de mediados de la década del setenta se produjo un retorno de los economistas “del lado de la oferta”. Según estos economistas, la salida de la crisis del petróleo dependía de la aplicación de políticas fiscales del lado de la oferta, esto es, políticas del Estado tendientes a aumentar la oferta agregada para alcanzar el crecimiento de la producción, el pleno empleo y una reducción de la inflación. Dicho de otra forma, aumentar el dinero disponible de los empresarios, para así de esta manera incrementan la inversión y la producción.

Uno de los economistas del lado de la oferta más destacado que asesoró al presidente Reagan fue Arthur Laffer. Según este economista los impuestos influyen en la motivación de los individuos para trabajar, ahorrar, invertir y producir al mismo tiempo que repercute por lo tanto en los ingresos fiscales. Según Laffer, a medida que los impuestos aumentan se produce una reducción en los incentivos a generar riqueza, lo cual produce una caída en la recaudación impositiva.

Con esta idea general desarrolló una curva, la cual se conoce actualmente como la curva de Laffer, donde se describe la relación entre las tasas tributarias y los ingresos fiscales totales. Si el Estado fija una tasa impositiva en cero, los individuos tienen el mayor de los incentivos para trabajar y producir, pero la recaudación impositiva es nula. En el caso opuesto, si el Estado establece una tasa impositiva del 100%, la gente no tendrá motivación alguna para trabajar, producir y generar ingresos, por lo cual también la recaudación impositiva será nula. De esta manera, según Laffer, en toda economía existe una tasa impositiva óptima entre 0 y 100% que permite el mayor de los ingresos fiscales para el Estado al generar los incentivos necesarios para producir y trabajar.

Según este economista, el problema de la economía norteamericana durante la década del ochenta era que la tasa impositiva era mayor a la tasa óptima provocando una reducción al estímulo a trabajar y producir generando una disminución en los ingresos fiscales, lo cual se traducía en un déficit fiscal creciente para el Estado norteamericano. Por lo tanto, la recomendación de Laffer era la reducción de la tasa impositiva que permitiera un mayor incentivo a la inversión, el trabajo y la producción generando el consiguiente aumento de la recaudación tributaria y una disminución del déficit fiscal. Laffer ponía hincapié sobre todo en la reducción del impuesto a las ganancias.

Durante el gobierno de Reagan se aplicaron distintas políticas ofertistas. La más importante fue la disminución del impuesto a la renta en 1981. También se aplicaron estímulos fiscales que subsidiaban las inversiones de los empresarios como por ejemplo créditos fiscales para nuevos equipos y plantas y para investigación y desarrollo con el objetivo de alentar los avances tecnológicos buscando incrementar la capacidad productiva de la economía norteamericana a través de aumentar la cantidad y calidad del capital. Junto con esto, se aplicó un fuerte ajuste reduciendo la inversión pública.

El resultado de las políticas ofertistas aplicadas por Reagan fue la profundización de la crisis económica que venía atravesando Estados Unidos, un aumento del déficit fiscal y una concentración del ingreso. En efecto, pese a la disminución del impuesto a la renta, como la demanda norteamericana caía resultado principalmente del ajuste fiscal, los empresarios en lugar de invertir y aumentar la producción incrementaron su capacidad de ahorro. En otras palabras, las políticas ofertistas aplicadas en la década del ochenta en Estados Unidos durante el gobierno de Reagan únicamente fueron funcionales a los intereses de los grandes empresarios, pero lejos estuvieron de permitir a Estados Unidos generar aumento de la producción y generación de puestos de trabajo.

En la Argentina, por ejemplo, cuando Domingo Cavallo asumió el ministerio de Economía durante el gobierno de Fernando De la Rua en medio de la crisis terminal del modelo de Convertibilidad, aplicó un conjunto de políticas ofertistas con el objetivo de sacar a la Argentina de la recesión. En este sentido, en medio de la caída del consumo y la demanda se lanzaron los denominados “planes de competitividad” a diferentes sectores productivos. Algunos casos: la industria metalmecánica, textil y de indumentaria y calzado, los cuales incluían reducciones en los aportes patronales a la seguridad social, disminución a los aranceles a la importación de bienes de capital, exenciones impositivas, entre otras medidas. En otras palabras, el ministro Cavallo buscaba reducir los costos de las empresas de distintos sectores económicos de diferentes sectores productivos para que de esta forma aumentará la inversión y se iniciará un nuevo sendero de crecimiento económico.

Luego instauró el programa de “déficit cero” que consistía en que los únicos dos gastos públicos que el Estado argentino se comprometía a pagar era la deuda pública y las transferencias a las provincias acordadas con anterioridad. Por lo tanto, el resto de la inversión pública, como por ejemplo el pago de las remuneraciones a los empleados públicos, dependía del excedente que quedaba de los ingresos del Estado. Es decir, un fenomenal ajuste fiscal.

El resultado de las políticas ofertitas de la Alianza fueron obvias: mayor caída del consumo y la demanda, profundización de la crisis, reducción de la inversión, aumento del desempleo, crecimiento de la pobreza, la indigencia y la concentración del ingreso. Ningún empresario invierte sino hay demanda de su producto aunque les bajen los impuestos.

Cuando Macri eliminó las retenciones a los productores primarios en Pergamino, salvo la de la soja que disminuyó del 35 al 30%, se explayó en frases con clara filosofía de la visión ofertistas de la economía, argumentando que esta medida permitiría aumentar la producción, generar crecimiento económico y trabajo y, por lo tanto, mayor recaudación tributaria al desparramarse el efecto positivo del sector agropecuario al conjunto de la economía. Al mismo tiempo, viene aplicando un profundo ajuste fiscal despidiendo trabajadores del Estado, reduciendo la inversión pública y sacando los subsidios a los servicios públicos con el consiguiente incremento de las tarifas. El resultado será el conocido: caída del consumo y la producción, incrementó del desempleo y la pobreza y concentración del ingreso.

* Investigación original: Santiago Fraschina.



Bibliografia
http://eppa.com.ar

http://eppa.com.ar/el-retorno-a-las-politicas-ofertistas/