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| Artículos de opinión

Votar a conciencia: Nación o semicolonia

Autor | Federico Bernal


Conflictos de Interes
El autor manifiesta su rechazo a una "Argentina" semicolonial, sometida y subdesarrollada


Palabras Claves
AA, Aerolíneas, ARSAT, AySA, balotage, ciencia, inclusión social, Juan Perón, neoliberalismo, Néstor Kirchner, tecnología, YPF



19-11-2015 | En 1946 y en ausencia de la bancada opositora, el General Perón presentaba su plan de gobierno en el Congreso Nacional. En su introducción advertía: "En el estudio de nuestro plan hemos llegado a la conclusión que de los casi 3 millones de kilómetros cuadrados de nuestro territorio continental, explotamos tan sólo 1 millón y que de este último apenas obtenemos un rendimiento de un 25 a 30%. El Plan de Gobierno quiere llegar a que esos 3 millones de kilómetros produzcan el 50% de su riqueza para repartirla proporcional y equitativamente entre todos los argentinos".


El conservadurismo en el poder -casi invariable desde 1862- había reducido aquella Argentina a la región pampeana. Su población borrada del mapa en más de un 99% y las riquezas apropiadas por las familias fundadoras de la Sociedad Rural. Pero el enorme Presidente se plantaba ante la barbarie mitrista y dirigía su "plan económico-social... al desarrollo de mayor riqueza para una participación más justa entre todos los que trabajan; en otras palabras, tratamos de obtener de nuestro país mayor provecho para beneficio de los 16 millones de habitantes y no para 100 familias de privilegiados, como había sido repartida hasta ahora la riqueza del país". El proyecto de una Argentina en calidad de Estado nacional renacía de las cenizas, aunque fugazmente hasta la contrarrevolución Fusiladora de 1955. Desde entonces y con excepción del interregno 1973/74, las clases populares, las provincias y los municipios, la economía, la infraestructura, la industria, la producción agropecuaria, la cultura, la ciencia y la tecnología no harán sino involucionar. El mitrismo en sus fases menemista y radical-aliancista comprimirá la Nación a menos de 1 millón de kilómetros cuadrados y a menos del 99% de su población, insertándola en el mundo a imagen y semejanza de intereses foráneos. Así, por supuesto, hasta el 25 de mayo de 2003.

Néstor Kirchner heredó una semicolonia, sí, pero reconstruyó una Nación. En 2008, su gesta fue continuada y profundizada por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Doce años de proyecto nacional en su fase superior kirchnerista devolvieron el estatus de Estado-nación a la República Argentina, así como la dignidad a su pueblo. La riqueza se redistribuyó entre los 40 millones de compatriotas y la frontera cultural, productiva, industrial y socioeconómica rompió los límites de la pampa húmeda para extenderse al país autóctono y profundo, esto es, a las 23 provincias, las 24 jurisdicciones y la totalidad de los municipios.

Sin embargo, doce años después de asumido Kirchner, el mitrismo hoy transitando su etapa buitrista está a un paso de regresar a la Casa Rosada. De triunfar este 22 de noviembre, no volverá un gobierno neoliberal, sino una administración sometida a gobiernos extranjeros, gobiernos en manos del terrorismo financiero occidental. No se profundizará la democracia, sino que retornará una oligocracia, esto es, una "democracia" elitista y reaccionaria (la oligarquía en el poder). No habrá federalismo de ninguna índole, sino centralismo y barbarie porteñas. La zoncera de Sarmiento "El mal que aqueja a la Argentina es la extensión" y el slogan de los genocidas del golpe ruralista-militar "Achicar el Estado es agrandar la Nación" guiarán al anarquismo mercadista en poder del Ejecutivo. Las maquinaciones para desmantelar al Estado y al patrimonio público (nada de lo que es estatal seguirá siéndolo) estarán a la orden del día, como a la orden del día las ambiciones de reducir una vez más la Argentina a la región pampeana. La planificación del territorio y la infraestructura volverán a estar en función de un progreso que no es el del pueblo argentino, alineado al Consenso imperialista y su tratado de libre comercio ya delineado para nuestro país, revancha de Mar del Plata. Del histórico desendeudamiento pasaremos a un nuevo plan de endeudamiento, gestionado por los fondos buitre, el más virulento y funesto del que tengamos memoria. La continuidad del plan de obra pública más importante desde la Revolución de Mayo -con sus más de 107.000 millones de dólares invertidos y 70.000 obras ya finalizadas desde 2003, con sus 900.000 millones de pesos previstos al 2025- será extinguido de la noche a la mañana, pues el excedente del trabajo y el ahorro argentinos serán confiscados por la Sociedad Rural, la burguesía rentista y parasitaria, el terrorismo financiero y el conglomerado industrial estadounidense y europeo.

Este 22 de noviembre, dos modelos de acumulación, dos modelos de desarrollo, dos doctrinas en cuanto a planificación y ordenamiento territorial, dos sentidos de progreso y dos destinos opuestos para el pueblo argentino y las 23 provincias se enfrentan en las urnas. Pero advertimos: la pugna no pasa por de dos proyectos de país sino por dos proyectos políticos antagónicos, uno de Nación, el otro de semicolonia; uno de país, el otro de republiqueta atrofiada, sometida y excluyente. No advertir la sutil pero crucial diferencia es aceptar que la superficie territorial de la Argentina, sus provincias, población, mercado interno e inserción en el mundo deben ajustarse a la naturaleza del gobierno de turno, cuando es al revés: los gobiernos son los que deben ajustarse a la Argentina conforme la totalidad de su superficie, provincias y población. El resto, es decir, el tipo de inserción internacional, la suerte y el rol del mercado interno así como el modo de acumulación y la infraestructura desplegada serán el corolario de cómo se defina el anterior dilema. En consecuencia, si los argentinos y argentinas aspiramos a vivir en una verdadera Nación; si aspiramos a una economía, una planificación, un ordenamiento territorial y a un plan de infraestructura ratificadoras de los 3.761.274 millones de kilómetros cuadrados, las 23 provincias y los 42 millones de compatriotas que somos; si aspiramos a una ciencia y una tecnología pueblocéntricas, no hay más opción, siguiendo las sabias palabras del Papa Francisco, que "votar a conciencia". Llamamos pues desde este Observatorio a votar a conciencia, sí, única garantía en defensa de nuestras conquistas y la profundización del modelo.

Y a los que ya han amenazado con un retorno a la explotación del pueblo y a la disgregación nacional, a la reinstauración del terror unitario, desnacionalizador, desindustrializador y empobrecedor de masas, sepan que la defensa de lo conseguido se reproducirá por millones de compatriotas. ¿Irán contra ARSAT, contra YPF, contra Aerolíneas, contra nuestras centrales nucleares? ¡Allí los esperaremos! En las puertas de cada una de las empresas intimadas, allí los esperaremos de pie, con sus empleados, trabajadores y sindicatos; con las decenas de miles de docentes, estudiantes, científicos y técnicos, PyMEs y comercios a ellos vinculados, de ellos nacidos. Tocó a su fin el tiempo de la semicolonia, el retorno al artículo cuarto del FMI, la tentativa de estafa con el pago a los buitres, la exclusión ciudadana y la inviabilidad provincial. El proyecto nacional ha triunfado. No hay vuelta atrás.