"Ing. Enrique Martín Hermitte"
Soberanía y Seguridad Jurídica Popular
| Artículos de opinión
Autor | Federico Bernal,
Conflictos de Interes
El autor no manifiesta conflictos de interés
Palabras Claves
apertura comercial, desindustrialización, heladeras, importaciones, librecambio, línea blanca, Macri, macrismo, mercado interno, muebles, Mundo Empresarial, Pedro Ferré, proteccionismo, reprimarización
26-07-2016 |
En base a datos del blog Mundo Empresarial se conoció que las importaciones de indumentaria crecen en términos interanuales 23%, más de la mitad provienen de China. Las ventas de calzado han caído de 20 a 25% durante el primer semestre. Hubo un fuerte crecimiento de las importaciones de calzado terminado del 42% en términos interanuales. Desde el sector de la marroquinería señalan que durante los primeros seis meses se vendió un 25% menos en relación al mismo período del año pasado. Hubo un fuerte aumento de importaciones de carteras, mochilas, valijas, billeteras y similares, con un crecimiento promedio del 24% en los primeros cinco meses del año. El 89% es de origen chino. El sector de madera y muebles es uno de los rubros más afectados del entramado productivo doméstico, como consecuencia de una fuerte caída de la demanda local. El achicamiento del mercado fue del 40% entre enero y mayo. En el rubro de compensado, terciado y aglomerado, con fuerte presencia en Misiones, el consumo bajó de 14.000 a 8.000 m3 mensuales, por lo que la entrada de 3.000 m3 de productos importados pasó a representar del 21 a casi el 40% del consumo aparente. Las importaciones de madera se dispararon un 15%, colchones y sommiers 20% y asientos 36%. Las importaciones de juguetes mostraron una fuerte aceleración durante mayo (49% interanual). Por su parte, el rubro línea blanca registra una impresionante caída del mercado interno junto a un fuerte incremento en la oferta de productos importados, especialmente de Brasil. Se importaron 40.000 heladeras, cantidad muy por encima de las compras externas de 2015. En lavavajillas hubo un aumento interanual del 164%, de estufas 44%, calefones y termotanques 27%. La maquinaria de origen nacional está perdiendo participación en el mercado frente a la importada. La compra externa de tractores aumentó 72% y cosechadoras 40% durante los primeros cinco meses del año. Los vehículos brasileños siguen avanzando en el mercado local: acumulan a mayo un alza de 43% en términos interanuales para los vehículos livianos (pick-ups subió 66% y automóviles 40%). Las importaciones de motos aumentaron a pesar de la caída de la demanda doméstica. La entrada de motos terminadas creció 239% durante los primeros cinco meses del año y se duplicó la de motos completamente desarmadas: pasaron de 38 a 75 millones de dólares, lo cual resulta un peligro, ya que las arman en las concesionarias sin ningún tipo de control. En fin, mercado interno camino al infierno, aparato productivo e industrial reprimarizándose, economías regionales en quiebra. ¿Y con las exportaciones qué sucede? El rubro que más creció es el de "animales vivos". Y así podríamos seguir y seguir. El relato macrista para que apoyemos este modelo de acumulación que sólo beneficia al 0,1% de la población y que excluye a todas las provincias a excepción de las pampeanas, es que nos estamos convirtiendo en el "supermercado del mundo" y que las importaciones son buenas porque somos un país pobre y como tal, los pobres tendremos acceso a productos mucho más baratos, que son los importados. Vamos a responder desde la historia.
El siglo XIX tuvo un momento de grandes y fundamentales debates en torno al proteccionismo o librecambio. Nos referimos a los debates que precedieron al Pacto Federal de 1831 y que no hacían sino poner sobre la mesa el descontento generalizado del país, su postración semicolonial a pesar de haberse independizado de España y la negativa a una organización constitucional y territorial (la propuesta por Buenos Aires) que agudizaba la segregación de más provincias, o bien, las inviabilizaba sin expulsarlas.
En 1830, el matutino porteño El Lucero atacaba las iniciativas proteccionistas emanadas de un desconocido "maldito" de nuestra historia, el General Pedro Ferré. A través de sus seguidores, Ferré retrucaba en folleto anónimo: "El proteccionismo resolvería indudablemente muchos de los problemas que afligen al país. Abriría nuevos campos de acción a la actividad económica y proporcionaría trabajo a obreros de ambos sexos. Esa fue, al menos, la experiencia de Corrientes. Esta provincia solía importar azúcar; ahora el azúcar se produce y elabora en su territorio... Este resultado prueba el beneficio que recibiría la provincia de Cuyo, si la nación cerrase la entrada de los vinos y los aguardientes extranjeros... El hecho es que la Argentina, después de un régimen de comercio libre de más de veinte años, se halla ahora dirigida por un puñado de extranjeros. Si el proteccionismo diera por resultado el desplazamiento de los comerciantes extranjeros de sus posiciones de preeminencia, el país se podría felicitar por haber dado el primer paso para recuperar la independencia económica". ¡Recuperar la independencia económica! Pero si esta frase es de 1830, ¿cuándo fue que la habíamos perdido?
En la vereda opuesta del proteccionismo, la posición conservadora de la burguesía comercial de Buenos Aires cuya delegación en las negociaciones de 1830 (de cara al Pacto Federal de 1831) fue encabezada por José María Roxas y Patrón. En su memorando se explicaba la "tesis de que los impuestos prohibitivos o proteccionistas eran irrazonables y hasta peligrosos. Si la industria demostraba su capacidad de prosperar sin protección, los impuestos altos eran manifiestamente injustos tanto para el consumidor como para el productor. Si, por otra parte, el país carecía de industrias, o no podía competir con buen éxito con la producción extranjera, la protección era injusta porque restringía el consumo... Una política como la que propiciaba Corrientes [Pedro Ferré] produciría un aumento general de precios de los artículos de primera necesidad... [En definitiva] El proteccionismo minaría la prosperidad de la industria pastoril , no sólo porque provocaría un alza en el costo de la vida, sino también porque perjudicarían el comercio de exportación del país".
A los argumentos conservadores del memorando de la delegación porteña, Ferré -que representaba una Corrientes cercana a las provincias mediterráneas no por ideología sino por haber incubado una interesante producción local- respondió magistralmente, calificando a "la libre concurrencia como una fatalidad para la nación". Corrientes entonces producía maderas y algodones y fabricaba lienzos en cantidades suficientes como para competir con sus pares extranjeros. Por su absoluta vigencia transcribimos los pasajes primordiales de la posición del eximio correntino cuya prédica industrialista genuinamente nacional dista de haber sido superada: "Los pocos artículos industriales que produce nuestro país, no pueden soportar la competencia con la industria extranjera. Sobreviene la languidez y perecen o son insignificantes. Entonces se aumenta el saldo que hay contra nosotros en la balanza del comercio exterior. Se destruyen los capitales invertidos en estos ramos y se sigue la miseria. El aumento de nuestros consumos sobre nuestros productos y la miseria son, pues, los frutos de la libre concurrencia. La exclusiva del puerto [de la ciudad de Buenos Aires], es otro mal, raíz de infinitos. La situación de Buenos Aires es en el extremo de la República... Si la libre concurrencia mata algunos ramos nacientes de industria nacional, y el mercado ficticio de Buenos Aires daña a la gran mayoría de los pueblos de la República, debe mirarse como indispensable una variedad en el actual sistema de comercio. Me parece también que ésta debe fundarse en los puntos siguientes: 1) Prohibición absoluta de importar algunos artículos que produce el país, y que se especificarán en el acta que la establezca; 2) Habilitación de otro u otros puertos más que el de Buenos Aires...".
Se preguntaba luego Ferré: "...qué podemos hacer para promover la prosperidad de todas las provincias de la República, que siempre han ido en decadencia, y que hoy se hallan en el último escalón del aniquilamiento y de la nada". A este respecto se quejaba de la deliberada política porteña de primarizarlo todo: "Hay otras [provincias] cuyo territorio es a propósito para producir muchos y distinguidos artículos, que sólo algunas de sus partes son propias para la ganadería, único ejercicio a que se nos quiere limitar, y que habiendo hecho considerables ensayos en distintos ramos han tenido suceso feliz. Sin embargo, no pueden competir con la industria extranjera, ya por la perfección de la última, ya por los enormes gastos de todo establecimiento nuevo. ¿Y qué haremos? ¿Condenaremos a los unos a morir de miseria, y sujetaremos a los otros a que cultiven uno solo de los muchos ramos de riqueza que poseen? Jamás me parece podré comprender, cómo las restricciones empleadas en este sentido podrán ser un obstáculo a la industria, como dice el memorando [porteño]. La libre concurrencia, sí que no la dejará prosperar, y esto es muy sencillo en mi concepto".
En su respuesta al memorando, el correntino cita luego el argumento conservador que aventura, frente a una política proteccionista, el sufrimiento que traerá aparejado "la privación de aquellos artículos a que están acostumbrados ciertos pueblos". ¿No afirman lo mismo nuestros fisiócratas del siglo XXI? A la tradicional y reaccionaria zoncera, el gran correntino retrucaba: "Sí, sin duda, un corto número de hombres de fortuna padecerán, porque se privarán de tomar en su mesa vinos y licores exquisitos. Los pagarán más caros también, y su paladar se ofenderá. Las clases menos acomodadas, no hallarán mucha diferencia entre los vinos y licores que actualmente beben, sino en el precio y disminuirán su consumo, lo que no creo ser muy perjudicial". Notable, sin dudas. Y agregaba: "No se pondrán nuestros paisanos ponchos ingleses; no llevarán bolas y lazos hechos en Inglaterra; no vestiremos ropa hecha en extranjería y demás renglones que podemos proporcionar; pero en cambio empezará a ser menos desgraciada la idea de la espantosa miseria y sus consecuencias, a que hoy son condenados; y aquí es tiempo de notar, que solamente propongo la prohibición de importar artículos de comercio que el país produce, y no los que puede producir, pero aún no se fabrican...".
Enraizarnos en nuestra historia verdadera resulta la clave de este presente, porque es únicamente allí donde la experiencia histórica emerge a borbotones para brindarnos las herramientas políticas que la defensa y consolidación de una Argentina industrial, moderna y socialmente justa urgentemente precisa.
Bibliografia
Libro "Néstor y Cristina Kirchner. Planificación y federalismo en acción". Julio De Vido y Federico Bernal (Planeta 2015).
Mundo Empresarial http://www.mundoempresarial.com.ar/nota/316507-rubro-por-rubro-como-la-apertura-de-importaciones-esta-destruyendo-la-industria-nacional