Fuente: Carátula del proyecto que propone crear una nueva ley de biocombustibles. La industria de los combustibles renovables, en alerta, advierte que pertenece a las compañías petroleras.

Las petroleras "piden pista" para meterse en el negocio
Comenzó a circular la semana pasada un documento con algunos lineamientos generales de lo que sería una nueva Ley de Biocombustibles para reemplazar al actual Régimen de Promoción para la Producción y Uso Sustentables de Biocombustibles (Ley 26.093), próximo a vencerse en mayo de 2021.

Según pudo recabar OETEC, se trata de una propuesta presentada por las compañías petroleras al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. La misma, buscar gravar a los biocombustibles con impuestos al dióxido de carbono y a los combustibles líquidos, exentos en la actual legislación por tratarse, justamente, de combustibles limpios y renovables.

Asimismo, y contrariamente a lo que algunos actores del sector vienen planteando en relación al aumento en los porcentajes de corte con biocombustibles al 15% como mínimo, la referida propuesta pretende mantener los valores actuales de mezclas (10% para biodiesel y 12% para bioetanol) e inclusive, recortarlos en algunos casos puntuales.


Fuente: Proyecto de nueva Ley de Biocombustibles que habría sido presentado por el sector petrolero.

El centro del proyecto gira en torno a un pedido puntual, y es que se habilite a las petroleras a formar parte del mercado productivo de los biocombustibles vía incentivos (subsidios) para la construcción de plantas de gran escala superiores a los U$S 100 millones.

Fuentes del sector de los combustibles renovables consultadas por OETEC que prefirieron mantenerse en el anonimato, advirtieron que el proyecto en cuestión "no tiene otro fundamento o intención que quedarse con el control absoluto de toda la industria de las energías, profundizando cada vez más la concentración económica y la posición dominante en un sector clave".

La industria de los biocombustibles en alerta
La propuesta presentada por las compañías petroleras parte de un doble requerimiento. Porun lado, busca gravar con impuestos al carbono a los biocombustibles. Por el otro, presionar para que el Estado subsidie la construcción, por parte de dichas compañías, de grandes plantas de bioetanol y biodiesel en montos millonarios.

El argumento es generar una mayor "igualdad en el tratamiento tributario", tanto para los combustibles fósiles como para los renovables, basándose en el hecho de que los últimos se encuentran exentos de pagar impuestos al Co2. Pero lo que las petroleras omiten es que no se trata del mismo tipo de combustibles.

En primer lugar, olvidan mencionar que los biocombustibles generan, en promedio, un 80% menos de emisiones de dióxido de carbono que sus equivalentes fósiles. En segundo lugar, que los biocombustibles no están subsidiados, mientras que los combustibles convencionales sí, tanto directa como indirectamente (ejemplo de ello, el "Barril Criollo" como sostén de la actividad).


Fuente: Agro Voz (18/07/2018).

Relacionado a lo anterior, las petroleras afirman en su proyecto que el actual régimen de promoción genera un fuerte impacto negativo para el fisco de hasta U$S 300 millones al año por estas exenciones impositivas. No obstante, nada dice de las importantes contribuciones fiscales que los biocombustibles hacen al poner en marcha toda la cadena agroindustrial de la soja, el maíz y la caña de azúcar, tanto a nivel local, como provincial y nacional.

"Tampoco señala un dato central, y es que los biocombustibles son producción 100% argentina mientras más del 30% del gasoil que se consume es importado y se comercializa de manera subsidiada", manifestaron a OETEC fuentes pertenecientes a la industria de los biocombustibles.

En otro orden, las mismas fuentes sostuvieron que la propuesta presentada por la industria del petróleo va a contramano del mundo, el cual procura fomentar el uso y la producción de biocombustibles. "Este proyecto está en las antípodas de lo que está sucediendo en la Unión Europea, EE.UU, Brasil y Asia, donde la protección y promoción de la industria local de los biocombustibles es cada vez mayor", apuntaron.


Fuente: Agrodigital (01/04/2019).

Lo más grave de todo es que esta "intromisión" de un poderoso actor como las petroleras en el negocio de los combustibles renovables repercutiría negativamente sobre el funcionamiento y pleno desarrollo de la industria nacional dedicada a ellos, como así también sobre todo el entramado productivo generado por esta industria aguas arriba y aguas abajo.

Cabe recordar que en el país se encuentran operativas 54 plantas de biocombustibles radicadas en diez provincias, la gran mayoría de ellas son PyMES. "Este proyecto implicaría su destrucción y desaparición porque busca quedarse con el 100% del control de la cadena", explicaron a OETEC las fuentes indagadas.

Biocombustibles, pieza clave del desarrollo federal
La Ley 26.093 (sancionada en el año 2006) -y su reglamentación en 2007 mediante el Decreto 109- estableció un régimen de promoción y producción para los biocombustibles. Pero la normativa y su marco regulatorio específico trascendieron el simple fomento de una nueva actividad y sus beneficios directos en materia de diversificación de la matriz energética y la sustitución de combustibles fósiles importados.

En realidad, lo que se puso en marcha fue una verdadera política de Estado de industrialización de la ruralidad, priorizando el desenvolvimiento PyME y de fortísima impronta federal (desarrollo de las economías regionales). El desarrollo y crecimiento de esta industria fue tal que a pocos años de instrumentarse la Ley 26.093, la Argentina se convirtió en el principal exportador a nivel mundial de biodiesel, destinándose a la Unión Europea cerca del 90% de la producción local.


Fuente: Albardón Bio, miembro de la Cámara Argentina de Empresas Regionales Elaboradoras de Biocombustible. Datos del sector y sus principales aportes en términos de empleo, impuestos, ahorro de divisas, inversiones y valor agregado.

Actualmente, y gracias a la legislación antedicha, funcionan más de 35 plantas de biodiesel y 3 plantas de refinación de glicerina, que llevaron al país a convertirse en el principal exportador mundial de estos dos productos. En cuanto al bioetanol, la mayoría de las 13 destilerías de caña de azúcar que operan hoy en día se hicieron nuevas, mientras que también se construyeron 6 plantas de etanol de maíz de gran escala y 5 plantas de pequeña escala en establecimientos ganaderos.

Ya lo hemos dicho desde OETEC en innumerables informes (ver bibliografía), el uso y fomento a los biocombustibles deriva en importantes aportes para el país, entre ellos: motoriza el funcionamiento de decenas de pymes; genera miles de puestos de trabajo; sustituye importaciones de combustibles; agrega valor en origen; industrializa el agro; diversifica la matriz energética; y brinda mejoras medioambientales.

Reflexiones finales
Lamentablemente, de encontrar asidero, el proyecto de las petroleras que busca incidir fuertemente en el sector de los combustibles renovables, dilapidará la capacidad competitiva de decenas de pequeñas y medianas empresas y contribuirá a una mayor concentración económica y posición dominante por parte de aquella industria.

Por ello, desde OETEC hemos acompañando la elevación de los porcentajes de mezclas al 15% como mínimo, tanto para el biodiesel como para el bioetanol. Incluso, sostuvimos que podría pensarse en el diseño de una escala ascendente que permita mayores aumentos en el corto plazo como sucede en Brasil (ver bibliografía).

Cada punto que se suba implicará más desarrollo regional, más federalismo, más industria y empleo en lugares donde casi con toda seguridad no exista ninguna otra empresa capaz de generar trabajo y dotar de valor agregado a nuestra producción primaria. Además, contribuiría al rescate de un sector clave que fue deliberada y absolutamente abandonado por la gestión anterior.


Fuente: Ramos&Asociados (12 de mayo de 2020) en base a datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.

Por ello, resulta fundamental que las nuevas autoridades energéticas de la Nación, puntualmente aquellas que se desempeñan en la Subsecretaría de Hidrocarburos y Combustibles, accedan a mantener un diálogo mucho más abierto y constante con los actores vinculados a la industria de los biocombustibles considerando los embates que vienen recibiendo y las dificultades que arrastran desde los últimos cuatro años.

La existencia de un proyecto político industrialista y genuinamente federal como el que encabeza el presidente Alberto Fernández no puede renunciar a la profundización y potenciación de los biocombustibles como herramienta de desarrollo, industrialización y generación de empleo.

Por último, como afirmamos en un artículo previo (ver bibliografía), de cara al vencimiento de la Ley 26.093, sería aconsejable que los caminos o alternativas propuestos y analizados a escala oficial partan indefectiblemente de las necesidades propias de dicho sector y no desde los requerimientos o imposiciones de quienes, en realidad, pretenden ser sus detractores.