Fuente: Climate Home News (20 de octubre de 2021).

Este Observatorio publicó oportunamente (ver bibliografía), por considerarla estratégica y acertada, la opinión del ambientalista danés Bjorn Lomborg sobre el objetivo de llegar al año 2030 habiendo logrado una reducción del 55% de las emisiones de carbono y al 2050 con "cero" emisiones (ver bibliografía). Según el autor del libro "Falsa Alarma", obligar a los países a cumplir con dicho objetivo "forzará a más personas a la pobreza".

Lomborg explica, en este sentido, que "el mundo rico ha experimentado un desarrollo increíble gracias a un enorme aumento de la energía, en su mayoría de combustibles fósiles" y recuerda que a pesar de la mirada ecologista que defienden, las naciones más desarrolladas o ricas "todavía obtienen el 79% de su energía de los combustibles fósiles".

Asimismo, el escritor danés considera que la política climática de los países centrales plantea una "transferencia" de costos hacia los países más pobres del globo, que aún necesitan crecer económicamente para despegar sirviéndose de las fuentes fósiles. Según Lomborg, los impuestos al carbono, por ejemplo, son una manera de "complotar" contra las naciones más atrasadas, y dentro de las más desarrolladas, contra los sectores sociales menos favorecidos.

Pues bien, algo similar es lo que denuncia ahora el LMDC. Aseguran, en efecto, que el objetivo de llegar a "cero" emisiones para 2050 es "injusto" para las economías emergentes porque no les permite utilizar el carbono que necesitan de cara a su desarrollo. En este punto, países como China, India y Arabia Saudita aseguraron en un documento publicado el 18 de octubre pasado (ver bibliografía) que dicha meta iba "en contra de la justicia climática".


Fuente: Documento del LMDC (18 de octubre de 2021).

A propósito, explicaron que "las demandas de emisiones "netas cero" para todos los países para 2050 exacerbarán aún más la las desigualdades existentes entre países desarrollados y en desarrollo". Ello, además, en el contexto de una "combinación sin precedentes de múltiples crisis mundiales, lo cual es particularmente devastador para el mundo en desarrollo". Se refiere el LMDC a los efectos generados por el Covid-19 sobre la economía y la sociedad de las naciones, que dificultan todavía más el cumplimiento de los compromisos climáticos asumidos.

Alcanzar el objetivo mundial de las cero emisiones constituye, más bien, una imposición de los países ricos hacia los pobres sin mediar contextos y responsabilidades históricas. El hecho es que no se le puede pedir a todas naciones del globo por igual que cumplan con el mismo objetivo sin considerar el rol que cada una tiene en la división internacional del trabajo. Ello es precisamente lo que buscaron asentar este grupo de países con ideas afines en la COP 26.

Según denuncian los Estados miembros del LMDC, los países ricos o desarrollados no se responsabilizan del cambio climático y del carbono que acumularon desde la Revolución Industrial para acá en el tiempo. En lugar de ello, condicionan y presionan a las naciones dependientes no sólo para que disminuyan su nivel de emisiones sino para que también cambien los objetivos acordados en París a otros todavía mucho más ambiciosos.

La nueva meta de "cero" emisiones para 2050 que está avanzando en el mundo "va en contra del Acuerdo de París y es opuesta a la equidad y a la justicia climática", afirman desde el LMDC. Y sostienen que son los países desarrollados quienes deberían "apuntar a su descarbonización total dentro de esta década" para permitir que los países en desarrollo tengan más tiempo para hacer crecer sus economías y satisfacer sus necesidades energéticas.


Ilustración: Chad Crowe.

En cambio, se insiste desde miradas alarmistas y fundamentalistas en bajar entre 1,5° y 2° la temperatura del Planeta como sea, esto es, a costa de la salud energética y la calidad de vida de las propias poblaciones que lo habitan. Sin embargo, volviendo a lo advertido por Lomborg, "incluso si todas las naciones de la OCDE redujeran todas sus emisiones de CO2 hoy, el modelo climático estándar de la ONU muestra que el calentamiento bajará para 2100 sólo 0,4 ° C".

Más allá de la efectividad de la propuesta o no, lo cierto es que debe existir un equilibrio entre el nivel de emisiones y las absorciones de los gases de efecto invernadero en términos globales. Es por ello el grupo de países que conforma el LMDC considera que la responsabilidad histórica por las emisiones y la causa del cambio climático debería ser un elemento clave para determinar cómo se logrará dicha aspiración global de manera equitativa.

Es obvio que, aunque los países centrales no lo admitan, en su fase industrializadora abusaron de la cantidad de carbono liberada. Ya "gastaron", por así decirlo, su cuota de contaminación ambiental. En cambio, las economías subdesarrolladas o primarizadas, carentes de procesos industrializadores, aún necesitan carbonizarse para alcanzar mayores niveles de crecimiento.

"Si continúan emitiendo y ocupando más espacio atmosférico durante los próximos 30 años, los objetivos globales del Acuerdo de París y el objetivo de la Convención [de la ONU sobre el clima] no se cumplirán", dijo el LMDC. Es definitiva, es una "injusticia" que los países en desarrollo cumplan los mismos estándares que los países industrializados a la hora de disminuir las emisiones dado que no les quepa la misma responsabilidad en el problema.


Imagen: Ambientum.

"Los países desarrollados de hecho han aumentado sus emisiones entre 1990 y 2020. Estos incumplimientos de los compromisos acordados [por el Acuerdo de París] socavan la confianza en el sistema multilateral", señalan desde el LMDC. Sin embargo, detallan, "se pide a los países en desarrollo que sean más ambiciosos en sus compromisos contra el cambio climático".

Lo anterior, iría en contra de lo pactado previamente dado que existe una "diferenciación entre países desarrollados y en desarrollo en los principales elementos del Acuerdo, ya que los dos grupos de partes tienen una responsabilidad diferente ante el cambio climático y diferente capacidad para abordarlo", manifiestan los países firmantes del documento.

Finalmente, el LMDC apunta que se debe "preservar el interés del Sur Global en la lucha contra el cambio climático. Nuestro objetivo general es garantizar que nuestras políticas nacionales no se vean limitadas a medida que abordamos los desafíos del cambio climático". En este punto, llaman a cumplir con el Acuerdo de París, pero "sin dejar de garantizar el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza en nuestros países".

Se trata, en efecto, de una mirada disruptiva respecto al discurso monocorde que exhibe el concierto de naciones ante el desafío de afrontar el problema del calentamiento global, y al mismo tiempo, de un planteo realista y socialmente responsable, donde el factor humano es determinante en la diagramación de estrategias para afrontar dicho problema. Es decir, la reducción de emisiones o la descarbonización no pueden ser un objetivo en sí mismo.


Fuente: El Cronista (27 de mayo de 2016). Se lee: "El alejamiento del LMDC se da en paralelo con otros procesos que la Argentina está encarando en vías de profundizar su lucha contra el cambio climático, marco dentro del cual se creó el Gabinete Nacional de Cambio Climático (compuesto por doce ministros) y se están revisando las contribuciones nacionales (NDC, por sus siglas en inglés) en esta materia que se presentaron previo a la COP21".

Cuando dicha meta se convierte en un fin en sí misma, sin mediar contextos sociales, económicos y políticos, sin mediar la humanidad como eje clave de cualquier programa energético, pierde sentido. Asimismo, debe considerarse en qué punto la velocidad de la diversificación y las fuentes predominantes en el tipo de transición energética planteada no ponen en riesgo las posibilidades de desarrollo de las naciones más postergadas del mundo.

Ideas claves que la Argentina prefirió dejar de lado cuando eligió, a instancias de la administración de Mauricio Macri, dejar de pertenecer al LMDC allá por el año 2016 y perseguir ciegamente las imposiciones energéticas y climáticas recetadas por los países centrales. Superada esta nefasta experiencia, y viendo que la política "verde" del macrismo terminó siendo un negociado importador para empresas extranjeras, grupos de inversión y amigos/socios del ex presidente Macri, la vuelta de la Argentina al LMDC resulta urgente.

La región necesita actuar mancomunadamente como bloque frente al poderío y las recetas de las potencias para encarar de forma conjunta una estrategia que la posicione frente al cambio climático desde una perspectiva soberana y realista, que potencie la diversificación energética, pero sin descuidar el aún postergado desarrollo económico y social de nuestras Naciones. Y está claro que la unión, la historia y los objetivos de emancipación compartidos son los que harán la fuerza.