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A Perón le vendieron un buzón y compró desarrollo con justicia social

Autor | OETEC-ID


Palabras Claves
CNEA, diario ABC, dióxido de uranio, Dioxitek, energía nuclear, Formosa, Juan Domingo Perón, Paraguay, uso pacífico de la energía



09-12-2014 | Días atrás el Diario ABC de la hermana República del Paraguay publicó el artículo de Armando Rivarola titulado "A Perón le vendieron un buzón, a Formosa le están por vender otro". En un nuevo intento por desprestigiar el Plan Nuclear argentino que se ha desarrollado exitosamente a lo largo de 64 años de historia, el artículo se encuentra plagado de errores históricos e imprecisiones técnicas groseras que merecen una breve reflexión.


A lo largo de su trayectoria, el programa de actividades asociadas al desarrollo de las capacidades científicas y tecnológicas en el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear en la Argentina se ha ido consolidando de forma progresiva, habiendo sorteado, en la medida de las posibilidades, las coyunturas políticas, económicas y sociales que nuestra sociedad ha vivido como conjunto. En este sentido, cabe destacar que el Plan Nuclear nacional no ha sido excepción, corriendo similar suerte a la de todos los argentinos. Ha registrado períodos de gran pujanza y momentos en los que su actividad ha mermado hasta su virtual paralización, teniendo en cuenta que se trata de una actividad capital intensiva que requiere plazos temporales para su desarrollo que no siempre coinciden con la velocidad de los tiempos de la política y que no solo necesita de la infraestructura que soporte la investigación y el desarrollo, sino también de un conjunto interdisciplinario de técnicos y profesionales capacitados a la altura de las circunstancias.

A partir de la decisión del Presidente Juan Domingo Perón, mediante la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) el 31 de mayo de 1950 a través del Decreto Nº 10.936, la República Argentina inició una trayectoria que pronto tendría entre sus hitos principales la conformación en 1955 de un Instituto de Física en la ciudad de San Carlos de Bariloche -que posteriormente se complejizaría para dar nacimiento al prestigioso Instituto Balseiro (IB)-, la creación del Centro Atómico Bariloche (CAB), la participación activa de un grupo de científicos nacionales en la Primera Conferencia sobre la Utilización Pacífica de la Energía Atómica con Fines Pacíficos en Ginebra en donde presentaron el descubrimiento de una veintena de radioisótopos, la incorporación de nuestro país al sistema de Naciones Unidas pensado específicamente para el área en su condición de miembro fundador del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en 1957, la construcción del primer reactor de investigación de América Latina por parte de científicos y tecnólogos nacionales (a diferencia de lo que hizo por aquel entonces Brasil, que compró el reactor de investigación mediante la modalidad llave en mano) y la creación del Centro Atómico Constituyentes (CAC).

Las capacidades por entonces incipientes pero notables para un país del hemisferio sur, permitieron posicionar a nuestro país de manera progresiva en un selecto grupo de países que contaban con el creciente dominio de capacidades en la materia. Sin entrar en consideraciones históricas que deben ser entendidas en el contexto en el cual se sucedieron los hechos, cabe rescatar que pese a que el "Proyecto Huemul" que menciona el autor del artículo periodístico no contó con los resultados esperados, sirvió de impulso definitivo para una actividad que, con el tiempo, demostró haber alcanzado los estándares más exigentes de la industria del sector a nivel internacional. De esta forma, juzgar al Plan Nuclear argentino a partir de los resultados de las investigaciones de Ronald Richter, además de malicioso, invisibiliza los logros alcanzados a partir de la decisión de la Argentina de incursionar en el desarrollo de las capacidades científicas y tecnológicas en el campo de la energía nuclear, restándoles la importancia que estos se merecen.
En efecto, detrás del mismo se encontraba y encuentra presente la intención política de potenciar el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la industria a partir del desarrollo de una actividad que se llevo adelante de manera federal -es decir, a lo largo y a lo ancho de todo el territorio nacional-, que posee un importantísimo spin off y que normalmente se encuentra vedada de facto para países en vías de desarrollo ya que desde sus comienzos la industria nuclear se encontró sujeta a la doble dinámica de la promoción pacífica y la vigilancia permanente para evitar su utilización con fines militares-bélicos. Esta situación fue y es frecuentemente aprovechada por los países centrales para imponer barreras a la entrada de nuevos actores que pretenden desarrollar sus capacidades localmente o proyectarse internacionalmente en vistas a insertarse en el mercado internacional como proveedores de tecnología, a partir de la implementación de múltiples condicionantes obstructivos.

Es así como el artículo de Rivarola relativiza un logro del que solo tres países de Latinoamérica pueden dar cuenta y solo 31 países pueden hacerlo a nivel internacional: el desarrollo de la núcleoelectricidad a partir de la construcción de centrales nucleares de potencia. Aún más, minimiza la importancia de la Argentina como proveedora de tecnología nuclear en el mercado internacional, en donde destacan las exportaciones de reactores nucleares de investigación, instalaciones asociadas como plantas de producción de radioisótopos y de fabricación de elementos combustibles, insumos como elementos combustibles para reactores de investigación y blancos de irradiación de uranio de bajo enriquecimiento y radioisótopos.

Sin embargo, como se anticipó, la actividad nuclear en nuestro país enfrentó desafíos severos que se profundizaron a mediados de la década de 1980 y se agudizaron durante la década de 1990 en donde el sector fue prácticamente paralizado y cuyo indicador más representativo se encuentra representado por la interrupción de la construcción de la Central Nuclear de Potencia Atucha II.

El relanzamiento del Plan Nuclear formalmente anunciado en el año 2006 y la consecuente reactivación del sector, orientado a incrementar la participación de la generación nucleoeléctrica y a profundizar el desarrollo de las aplicaciones en los usos pacíficos en el campo de la medicina, la industria y la agricultura, impactó en el requerimiento de los insumos necesarios para el sostenimiento de los avances y el aprovisionamiento de los proyectos en curso, entre los que se encuentra el polvo de dióxido de uranio producido por la empresa Dioxitek. De esta manera, a principios de 2014 se puso en marcha el proyecto para la construcción de una nueva planta de procesamiento de dióxido de uranio en la provincia de Formosa. Si uno conoce la historia y comprende la dinámica del desarrollo de la actividad nuclear en la Argentina, si uno observa el mapa de las instalaciones a lo largo y ancho del territorio, entiende rápidamente que desde sus inicios el sector ha tenido una dinámica federal. De esta forma, para quien entiende todo esto, es de esperar que no le resulte extraña la invitación extendida a la provincia del noreste argentino a sumarse al tren del desarrollo.

Mediante el diseño, construcción, montaje y puesta en marcha de la planta de procesos químicos que tendrá la potencialidad de ocupar a 1200 trabajadores para su construcción y 750 trabajadores para su operación y mantenimiento -en forma directa a indirecta-, la actividad se pretende erigir como el mascarón de proa del Polo Científico que se planea desarrollar en el territorio formoseño. Es por ello que la empresa responsable se ha decidido a impulsar y desarrollar vínculos con centros educativos de la provincia de Formosa a través de convenios de capacitación con diversas universidades, así como también ha hecho lo propio la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) a través de sus Institutos de formación y capacitación de recursos humanos en conjunto con el Ministerio de Educación local. De esta manera, la nueva planta tendrá la capacidad de producir alrededor de 460 toneladas anuales de dióxido de uranio por año, suficiente para fabricar 46 millones de pastillas de 10 gramos cada una, permitiendo proveer de energía equivalente al consumo anual de 950 mil familias.

El "buzón" que compró Perón y que permitió el desarrollo de capacidades que aportaron y continúan aportando al desarrollo de todos los argentinos y que le han permitido a nuestro país contar con el reconocimiento internacional correspondiente - por ejemplo, en la actualidad la Argentina a través de su Embajador acreditado en Austria, Rafael Grossi, preside el Grupo de Países Proveedores Nucleares (NSG, por sus siglas en inglés)-, es el mismo "buzón" que compró el gobierno que finalizó Atucha II luego de tres décadas de "parate", inició el proceso de extensión de vida de la Central Nuclear Embalse, recupera las capacidades en materia de enriquecimiento de uranio para garantizar absoluta soberanía en el desarrollo de futuros proyectos tanto al interior como al exterior de nuestro país, diseña y planea construir un reactor de investigación en conjunto con Brasil a partir de tecnología argentina, dio comienzo a la construcción del primer reactor nuclear de potencia de tecnología de diseño nacional y planea la construcción de una cuarta y una quinta central nuclear de potencia en el corto y mediano plazo, solo por mencionar algunos hitos y proyectos.

En el corto plazo, Formosa dispondrá de un Centro de Medicina Nuclear que funcionará en el Hospital de Alta Complejidad de la ciudad capital. Esto acercará a los formoseños los beneficios de las aplicaciones de la tecnología nuclear al servicio de la salud pública, incrementando la democratización de sus alcances -adicionalmente, el Plan Federal de Medicina nuclear se encuentra realizando lo propio en las ciudades de Bariloche, Oro Verde, Río Gallegos y Santiago del Estero-. Con la operación de la planta de dióxido de uranio que se construirá en el Polo Científico y Tecnológico, la provincia se incorporará a una compleja red federal de instalaciones que articula un complejo entramado de actividades asociadas a la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos.

En suma, Formosa se sumará a la profundización del impulso de las capacidades que permitan el sostenimiento del sector nuclear nacional y consecuentemente el fortalecimiento del camino hacia el autoabastecimiento energético a partir de la diversificación de la matriz energética, la soberanía tecnológica, la autonomía en el desarrollo del ciclo de combustible nuclear y, fundamentalmente, la consolidación de un modelo de desarrollo productivo con inclusión social que pueda contar con el aporte de la energía nuclear en sus diversas modalidades. A Formosa se le presenta la oportunidad de "comprar un buzón" que a lo largo de su extensa y prestigiosa trayectoria ha demostrado ser de primera importancia en la ecuación del desarrollo en general, y en la agenda energética en particular.

* Investigación original: Área de Tecnología Nuclear del OETEC.



Bibliografia
ABC Color; "A Perón le vendieron un buzón, a Formosa le están por vender otro", 25 de noviembre de 2014. http://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/a-peron-le-vendieron-un-buzon-a-formosa-le-estan-por-vender-otro-1309575.html

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