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| Artículos de opinión

Un imperio extenuado (Morales, la gota que horada la piedra de Clarín)

Autor | Cecilia Rodríguez


Conflictos de Interes
La autora no manifiesta conflictos de interés


Palabras Claves
allanamiento, confianza, credibilidad, Grupo Clarín, kirchnerismo, Magnetto, medios de comunicación, OETEC, solidaridad, Víctor Hugo Morales



19-07-2015 | La autoridad de los medios de comunicación (fundada mayormente en el alcance y el peso de su credibilidad) no es un fruto de la naturaleza, no es una condición natural que emana de una institución mediática en sí y, ni siquiera, es un efecto del encanto más o menos carismático de sus periodistas estrella. El poder de los medios es un valor fiduciario que no existe sino en relación con el campo de producción periodístico.


Al interior de ese campo en constante movimiento -conformado por los periodistas, los editores, los dueños, los inversores, los auspiciantes, los actores del sistema político, los críticos y especialistas en la materia y, especialmente, los consumidores de medios- se dan las luchas por el poder del monopolio de la credibilidad. Estas luchas dinamizan al campo y, según sus resultados, otorgan o retiran el crédito de la credibilidad y la reputación. Los vencedores ganan la capacidad de asignación de sentido a las palabras. Los perdedores son desterrados al silencio: el fin del poder de un medio hegemónico comienza en el instante mismo en que pierde su capital central (la credibilidad, la capacidad de nombrar la realidad).

En las últimas décadas, Clarín fue imperio esplendoroso. Con movimientos serpenteantes logró obtener no solo una posición dominante en términos materiales, también la obtuvo en términos simbólicos. Monopolizó el poder de la credibilidad. Uso su reputación en turbias negociaciones políticas y económicas. Produjo (y vendió) realidades. Aquietó todo intento de disputa adentro del campo de la producción periodística. Y silenció a (casi) todos sus oponentes.

La de Víctor Hugo Morales fue, durante todos estos años, una de las pocas voces que desafió con perseverancia a la autoridad simbólica y al poder de veto de Clarín. La sistematicidad implacable con la que Morales horadó la reputación del gran imperio argentino es, quizás, el cenit de toda su carrera periodística. Y es, también, el pecado irreverente que el imperio no perdona ni perdonará jamás.

Porque ese pecado de Morales colaboró para que el principio del fin de la hegemonía de Clarín fuera posible. Al presentar otras realidad, otorgar espacio a otras voces, a invertir los puntos de vista considerados naturales; al conjurar, en fin, el gran tabú del poder de Clarín, la labor periodística de Víctor Hugo Morales -junto con la de otros periodistas y medios contrahegemónicos, oficialistas o no- contribuyo a dejar en evidencia a los entramados maniqueos que el imperio tejía desde las sombras. Como la gota que horada la piedra, el trabajo de Morales posibilitó que el imperio perdiera su capital central: la credibilidad, hasta quedar extenuado. Pero cual vampiro sediento de sangre, Clarín no está dispuesto a soltar a su presa -la confianza de la opinión pública-, y afilará sus colmillos cuantas veces sean necesarias.

Solo así puede entenderse el insólito allanamiento al domicilio de Morales: la desesperación latente en la puesta en escena que organizaron para las tapas de sus diarios y los flashes de sus noticieros, no es sino un síntoma más de la extenuación galopante de un imperio sediento de poder, deseoso de vampirización simbólica y ávido de venganza contra todos los díscolos que horadaron su credibilidad.

Claro está que un imperio extenuado no es un imperio muerto: nuevos flujos de dinero y poder, nuevas estrategias, nuevos entramados silenciosos emergen de las cenizas. La sed de poder de Clarín difícilmente se agote o se sacie. Y es allí, ante esa sed infinita, en donde se nos presentan, hoy y siempre, los desafíos centrales como ciudadanos y como consumidores de medios: el desafío de estar alertas, el de ser memoriosos al hacer preguntas y constantes al disputar sentidos.

En este sentido, desde el OETEC queremos expresar nuestra solidaridad y rendir un homenaje a la constante labor de Víctor Hugo Morales dentro del campo periodístico contrahegemónico. Su modo de entender el periodismo y la convicción y la constancia con que libra las batallas contra el poder real, nos hacen creer que hay un lado "no Clarín" de la vida. Nos hace confiar en que siempre podremos imaginar -y hacer posibles- otras formas de hacer de periodismo.