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| Artículos de opinión

Exclusión, privatización y extranjerización: lo que esconde la crítica sistemática a las empresas del Estado

Autor | Belen Ennis


Conflictos de Interes
La autora no manifiesta conflictos de interés


Palabras Claves
Aerolíneas, AySA, Carlos Melconian, Daniel Marx, diario La Nación, eficiencia, Estado empresario, gasto público, inclusión social, Macri, Miguel Kiguel, neoliberalismo, Nicolás Dujovne, privatización, YPF



19-08-2015 | A los históricos justificadores de la entrega del patrimonio nacional les duelen las empresas del Estado. Cuando AySA, YPF o Aerolíneas Argentinas mejoran la calidad de sus servicios, emplean trabajadores y funcionan mucho mejor que cuando pertenecían al espectro privado es algo que los deja exhaustos. No soportan que el Estado pueda constituirse como un "empresario" más dentro de la dinámica económica nacional y que no sólo consiga rentabilidad para sus empresas sino que también -y muy especialmente- lo haga sosteniendo una visión social e inclusiva de conjunto que garantice la accesibilidad ciudadana a los servicios brindados. Los agoreros que predicen males constantes dentro de las empresas públicas lo hacen porque saben que a mayor participación estatal en las esferas vitales de la economía nacional se irá desdibujando y finalmente desapareciendo esa idea liberal del Estado mínimo en sus funciones y disociado completamente de la comunidad.


A propósito de todo esto, el diario La Nación del 10 de julio pasado publicó un artículo titulado "Las seis empresas con más deuda son del Estado" donde se despachaba no sólo contra la gestión del Gobierno Nacional sino contra la administración estatal de las empresas de todos los argentinos. Florencia Donovan, autora del mencionado artículo, remarcaba que la red de empresas estatales que se creó en la última década "no sólo le causa al Gobierno una sangría en sus cuentas" sino que "también lo obliga, como tantas veces en el pasado, a recurrir a la banca pública en busca de asistencia".

Tanto va el cántaro a la fuente …
Las estimaciones de la periodista de La Nación estaban basadas en los dichos del economista Miguel Kiguel para quien "el déficit [de las empresas públicas] es tan grande que no saben cómo financiarlo. Y como el acceso al mercado de bonos es limitado, apelan al Nación". Otra vez el discurso noventista de las insostenibles pérdidas que generan las empresas del Estado, el cual terminó justificando la entrega mansa del patrimonio nacional a los capitales privados, en su mayoría, extranjeros. De todos modos, es lógico que un economista como Miguel Kiguel que perfeccionó sus estudios en la Universidad de Columbia y se desempeña como consultor en temas económicos y financieros de empresas privadas, fondos inversión y organismos multilaterales de crédito como el Banco Mundial y el FMI manifieste que el gran problema argentino no sólo son las empresas públicas sino también el financiamiento público ya que ¡habría que dejar que sean otros los que nos administren y financien nuestras compañías, entre ellos: los organismos internacionales de crédito que pagan el sueldo del señor Kiguel! Pero a no desanimarse con las contribuciones porque hay más. Sobre Kiguel, más detalles aquí: http://www.oetec.org/mene_detalle.php

Otra de las rigurosas y confiables fuentes consultadas por la periodista de La Nación es el economista Nicolás Dujovne para quien "el Banco Nación se convirtió en una caja más: es un Banco Central paralelo y una Secretaría de Hacienda paralela". Dujovne fue el economista Jefe del Banco Galicia durante 10 años y anteriormente funcionario del Ministerio de Economía y del BCRA durante las gestiones de José Luis Machinea. ¿Sorprenden al lector este tipo de comentarios?

Para finalizar la sección "fuentes" del diario La Nación, cabe mencionar la última persona que coopera con su ideario anti-estatista: el economista Daniel Marx para quien el problema también es el origen del financiamiento. Marx asegura, en este sentido, que "en última instancia recurrirían al Tesoro". Extraña menos la opinión del mencionado economista, más teniendo en cuenta su paso por la gestión pública en los años del neoliberalismo como Director del Banco Central de la República Argentina (1986), Jefe Negociador de la Deuda Externa (1988-1993) y Secretario de Finanzas del Ministerio de Economía de la República Argentina (2000-1), además de su participación en la organización de ofertas públicas iniciales de varias empresas energéticas, entre ellas (¡justamente!) YPF. Más detalles sobre Marx aquí http://www.oetec.org/mene_detalle.php

Instalación mediática del "complejo de inferioridad" argentino
Más allá de las fuentes poco creíbles y tendenciosas consultadas por La Nación lo que verdaderamente importa es la instalación mediática de las supuestas constantes pérdidas y deudas que provocan las empresas públicas. Este tipo de comportamiento ejercido desde los grandes formadores de opinión a nivel nacional no sólo responde a la ideología liberal emanada desde las usinas periodísticas opositoras sino también al llamado "complejo de inferioridad" del cual hablaba Don Arturo Jauretche, enmarcado dentro de las "zonceras denigratorias de toda laya" y recreado por algunos miembros de la intelligentzia colonizada para quienes les es imprescindible partir siempre de una "visión peyorativa de lo propio".

Siguiendo esta línea de pensamiento, los artículos que a menudo publica el diario de la familia Mitre son un claro ejemplo de cómo echar por tierra cualquier iniciativa nacional sólo por el hecho de creer, profundamente, que los argentinos no somos capaces de hacer nada bien. Peor aún si pretendemos administrar eficientemente empresas públicas y aumentar la participación ciudadana en los resortes básicos de la economía.

La espina es la inclusión
Pero más allá de las capacidades empresariales del Estado, lo que verdaderamente les molesta a los defensores históricos de una Argentina para pocos, es el factor inclusivo que atraviesa la visión del Estado empresario, es decir, un Estado que no basa sus manejos en la rentabilidad y las ganancias extraordinarias sino en el hecho de garantizar que los servicios brindados lleguen a los 40 millones de compatriotas necesitados de ellos, alineados esos mismos servicios a un proyecto genuinamente federal en su planificación del desarrollo.

Al respecto, y para sustentar esta última apreciación, recurriremos nuevamente al diario La Nación en su editorial del 28 de Mayo de 2003 (apenas 3 días después de la asunción de Néstor Kirchner). Allí, el mencionado periódico reclamaba imperiosamente "No volver al Estado empresario" (ése, el título del artículo) y lamentaba "el recuerdo de las desastrosas y gravosas consecuencias que nos deparó la demagógica determinación del Estado de convertirse en propietario y administrador de empresas del más variado cuño, auténticos focos de pésimas prestaciones, de enquistamientos de corrupción y de supervivencia de ineficientes estructuras burocráticas". Afirmaba luego de semejante introducción que "las privatizaciones de la década del 90 -por ejemplo, en el caso de las empresas de servicios públicos- le permitieron [a la Argentina] tener acceso a las tecnologías más actualizadas, puestas en práctica mediante metodologías técnicas y laborales que respondían a genuinos criterios de modernidad y eficacia". En fin, en vistas de este tipo de manifestaciones editoriales no es muy difícil entender qué intereses defiende La Nación y por qué continúa defenestrando a las empresas de patrimonio estatal.

Reiteramos: lo que perturba al neoliberalismo es la inclusión; y como último ejemplo de ello otra editorial del citado matutino, esta vez más reciente, publicada el 9 de Junio del corriente año. Bajo el titular "Insostenible desborde del gasto público" afirmaba que "el gasto en jubilaciones y pensiones está creciendo a un ritmo del 45% anual, impulsado por la incorporación de más de 400.000 nuevos beneficiarios que se acogieron a la última moratoria previsional"; que "no sólo aumentó sensiblemente el número de jubilados (…) también lo ha hecho el de empleados públicos a un ritmo nada desdeñable (…) la cantidad de empleados del Estado nacional debe haberse incrementado en los últimos doce meses en aproximadamente 27.000 personas" y, como no podía faltar, que "también han contribuido al desborde del gasto los mayores aportes a empresas estatales deficitarias, como es el caso de Aerolíneas Argentinas y Aysa". Uno podría entender que prefieran el capital privado al nacional pero de ahí a no querer que haya nuevos jubilados y trabajadores hay un tramo bastante largo. Les duele confesarlo, aunque el economista Carlos Melconian, candidato a ministro de Economía de Mauricio Macri lo hizo sin pudor alguno.

Palabras finales
Podríamos concluir aquí, como lo hicimos en infinidad de informes anteriores, de la eficiencia de las empresas del Estado y no sólo en términos de sus mejoras económicas sino en materia de inclusión social. Sin embargo, hemos optado por remarcar que, en muchas ocasiones, los casos de estatización de empresas públicas en manos privadas o la injerencia estatal en alguna firma en particular se debió en su mayoría a los constantes incumplimientos de los operadores privados.

Como bien sintetiza Alfredo Zaiat: los Macri fueron desplazados del Correo Argentino, entre otras razones, porque la firma no cumplió con el pago del canon prometido e incluso contabilizó como inversión el despido de 3 mil trabajadores; los franceses de Suez fueron retirados del manejo del servicio de agua potable y cloacas del área metropolitana en marzo de 2006 por el "peligro potencial" a la sociedad al distribuir aguas contaminadas en el sudoeste del conurbano, último eslabón de una decisión manifiesta de no invertir en Aguas Argentinas; los españoles de Marsans, que están siendo juzgados en su país por insolvencia, tuvieron que abandonar Aerolíneas Argentinas luego de años de vaciamiento de la línea de bandera; el manejo del espectro radioeléctrico por los franceses de Thales Spectrum pasó a manos del Estado en enero de 2004 por el incumplimiento de inversiones comprometidas por 300 millones de dólares; el gobierno rescindió la concesión del ferrocarril San Martín en junio de 2004 e hizo lo propio con las líneas Roca y Belgrano Sur en mayo de 2007, del Grupo Taselli, en ambos casos por reiterados incumplimientos en la oferta del servicio, y así podríamos seguir.

Después de todo, lo que subyace de fondo en las críticas sistemáticas a las empresas estatales y en las denuncias del desmedido "gasto público" son la bronca y los manotazos de ahogado de un sector privatizador, extranjerizante y neoliberal que no acepta que el Estado Nacional quiera ser mucho más que un simple administrador de negocios ajenos. Para felicidad del pueblo argentino y un modelo de desarrollo incluyente, a lo largo de 12 años el Estado nacional demuestra que es capaz de desplegar una excelente gestión pública ofreciendo buenos resultados en términos de bienestar e inclusión social, incluso económico y financiero. Aunque les moleste y a pesar de la irritación que algunos grupúsculos conservadores tengan, las empresas del Estado están en marcha y ninguna opereta mediática conservadora deberá poner en jaque las conquistas de todos los argentinos.



Bibliografia
Diario La Nación (10/07/2015). "Las seis empresas con más deuda son del Estado". http://www.lanacion.com.ar/1809160-las-seis-empresas-con-mas-deuda-son-del-estado

Diario La Nación (09/06/2015). "Insostenible desborde del gasto público".
http://www.lanacion.com.ar/1800053-insostenible-desborde-del-gasto-publico

Diario La Nación (28/05/2003). "No volver al Estado empresario". http://www.lanacion.com.ar/499317-no-volver-al-estado-empresario

Página/12. Alfredo Zaiat. "Empresas del Estado". http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-188839-2012-03-03.html