Fuente: Cuenta de Twitter de Mauricio Macri. Se demuestra aquí que la relación efectuada por el presidente entre subsidios y endeudamiento no solo es equivocada, sino que es precisamente todo lo contrario. Entre 2003 y 2015, el endeudamiento medido como deuda publica en porcentaje del PBI guarda una relación negativa con los subsidios entregados al sector energético (en millones de dólares).

A simple vista…
Resulta clave comenzar por la siguiente consideración, y que explica por qué hemos tomado el indicador deuda como porcentaje del PBI y no meramente "deuda". A la hora de buscar una relación entre determinado parámetro y el aumento de los pasivos del Estado, pero sin contemplar el incremento de los recursos es un error, ya que, si un país aumenta sus recursos consigue: 1) Mayor capacidad de pago; y 2) Que las mayores erogaciones no se realicen a expensas de más deuda.


Fuente: Elaboración propia con datos del INDEC y ASAP.

¿Qué se observa del gráfico precedente? En primer lugar, que la deuda sobre el PBI se desplomó del 130% en 2003 al 40% en 2010 (punto de inflexión), esto es, una caída del 71%. Por su parte, los subsidios se incrementaron 3.104%.

En segundo lugar, a partir de 2010 la deuda/PBI comenzó a ascender. Hasta 2013 (inclusive), lo hizo a un promedio de 2 puntos porcentuales por año. En dicho período, y que incluye al punto de inflexión de 2011 en cuanto al déficit comercial energético, los subsidios saltaron de 6.108 millones de dólares a 14.639 millones (230%).

En tercer lugar, los subsidios comenzaron a ascender sin pausa a partir de 2009. Hasta 2012 (inclusive), registraron un incremento del 215%, mientras que la deuda se redujo 1%.

En cuarto y último lugar, los dos últimos años de gestión kirchnerista, años de influencia directa en la gestión macrista. Entre 2014 y 2015, la deuda cayó 3% y los subsidios crecieron 26%.

Relación estadística...
Para analizar la existencia (o inexistencia) de relación entre las variables "deuda" y subsidios, pero contextualizando dicha deuda en los recursos generados por el país (deuda/PBI), utilizamos dos coeficientes: el de Pearson, para verificar la correlación lineal tomando ambas variables como aleatorias, y el de Determinación, para medir la capacidad predictiva que tiene el modelo analizado.

Para Pearson, el resultado obtenido es de -0,57, esto es, una relación negativa o inversamente lineal. En otras palabras, un aumento de la deuda pública como porcentaje del PBI se relaciona con menores subsidios al sector energético. Lo mismo vale para la relación inversa: los subsidios aumentaron frente a una reducción de la deuda/PBI.

Respecto del de Determinación, este coeficiente arroja un valor positivo de 0,32. Es decir, que el aumento de los subsidios solo puede ser explicado en un 32% por el incremento de la deuda pública total en relación al PBI. Como puede apreciarse, tampoco existe una relación estadística fuerte que pruebe que los movimientos de ambas variables se encuentran directamente relacionadas (carece de sustento estadístico afirmar que aumentó una y aumentó la otra).

Conclusiones
En el debate tarifario, el oficialismo alega que durante las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner los subsidios fueron financiados por endeudamiento, argumentando de este modo la existencia de una relación directa y positiva entre ambas variables.

Tal afirmación, como fuera demostrado aquí, no solo es equivocada, sino que la realidad demuestra precisamente lo contrario. En efecto, entre 2003 y 2015, el endeudamiento medido como deuda publica en porcentaje del PBI guarda una relación negativa con los subsidios entregados al sector energético (en millones de dólares):


Fuente: Elaboración propia con datos del INDEC y ASAP.

Ahora bien, dicho comportamiento guarda en realidad absoluta lógica en función de la naturaleza de los gobiernos mencionados: una economía más saludable tiende a incrementar las erogaciones del Estado destinadas a mejorar la calidad de vida de la población, por ejemplo, a través de energía abundante y barata, lo cual a su vez conduce a que dicha población vuelque cada vez más de sus propios recursos al mercado interno, contribuyendo así a mejorar la salud económica del país (círculo virtuoso del desarrollo).

Lo mismo vale para el aparato productivo e industrial, ya que con energía barata (subsidiada) la industria y el agro ganan competitividad, promoviéndose en paralelo la aparición de industrias electro-intensivas (alto valor agregado) y, con ello, una inserción internacional de la Argentina alejada del tradicional rol de exportador de materias primas.

Finalmente, lo aseverado en el párrafo anterior permite explicar por qué la reducción de subsidios a la energía es objetivo indispensable de todo programa de ajuste. Por un lado, porque redistribuye las erogaciones del Estado (antes a destinadas a la población, a las pequeñas y medianas empresas, etc.) al pago de intereses de la deuda, deuda cuyo peso en el PBI tiende además a acrecentarse; por el otro, porque encarece el precio de la energía, contribuyendo así a su utilización como poderosa herramienta de atrofia del mercado interno y reprimarización económica, a la vez que fabuloso negocio para un puñado de empresas.