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| Artículos de opinión

El asociativismo en la pequeña agricultura rural como metodología para mejorar la competitividad y el desarrollo en las economías regionales

Autor | Lucas Schneider


Conflictos de Interes
El autor no manifiesta conflictos de interés


Palabras Claves
agricultura familiar, asociativismo, INAES, INTA, Ministerio de Desarrollo Social, pequeños productores, sector agropecuario, soberanía alimentaria



15-07-2014 | El presente artículo describe la situación de los pequeños productores agropecuarios en la Argentina y las formas, a través del asociativismo, para mejorar su estructura de precios a los efectos de lograr una mejor competitividad en la producción agrícola local.


De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en Argentina el 65% de los emprendimientos agropecuarios corresponde a agricultores familiares. Este porcentaje explica el 20% del PBI agrícola nacional.

Existen en el país más de 800 asociaciones de cooperativas rurales que nuclean a los pequeños productores. La experiencia tomada desde el INTA refleja que el esquema asociativo refuerza los vínculos comerciales entre productores, a partir de una ayuda recíproca y participación conjunta en diversas actividades que van más allá del interés comercial. Esta importante cantidad de cooperativas poseen más de 100.000 asociados, lo que refuerza sus capacidades de negociación frente a las principales empresas de cada sector.

El término asociativismo está vinculado a una metodología que en principio era empleada por pequeños productores agropecuarios, justamente para reforzar sus posiciones frente a los grandes productores, en general empresas multinacionales agrícolas. Con el tiempo este tipo de figuras asociativas se fue trasladando a los grandes emprendimientos agropecuarios en el país.

Hoy día es necesario identificar y conocer a estas asociaciones integradas por grandes empresas conformadas por pequeños productores, ya que en este tipo de actividad tienen derecho a eximirse de impuestos muy importantes, tales como la exención a los ingresos brutos, el impuesto a las ganancias, y otros tributos provinciales.
Es importante remarcar y diferenciar a ese tipo de cooperativas integrada por los grandes grupos terratenientes que se asocian para no pagar impuestos, a los efectos de no desvirtuar este sistema que tantos beneficios generan a los pequeños emprendimientos.

En el Poder Ejecutivo Nacional, el organismo encargado del control a estas asociaciones civiles se encuentra a cargo del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), que se encuentra bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Para el INAES las cooperativas agropecuarias son organizadas por productores agropecuarios para abaratar sus costos y lograr una mejor inserción en el mercado, es decir, para adquirir insumos a menor costo, compartiendo la asistencia técnica y profesional, comercializan la producción en conjunto, aumentando el volumen y mejorando el precio, inician procesos de transformación de la producción primaria, etc.

Haciendo un poco de historia sobre este tipo de figuras jurídicas de la actividad agrícola, se podría estimar que hasta entrados los 70 el concepto de asociativismo rural estaba íntimamente vinculado al cooperativismo donde la mayoría de las cooperativas agropecuarias fueron desarrolladas principalmente en la Región Pampeana. Con el correr de los años este impulso asociativo logró un desarrollo muy fuerte en el interior del país motorizando a las economías provinciales, y que se han diseminado hasta las zonas extrapampeanas. Hoy se pueden encontrar en la región del NEA asociaciones cooperativas de algodoneros y yerba mate, y en el NOA a las asociaciones de pequeños productores de caña de azúcar, como las de Tucumán, cooperativas del tabaco en Salta, así como también viñedos en las regiones de Cuyo y del NOA.

Otro de los mecanismos empleado en el presente por el asociativismo rural para el mejoramiento en su rendimiento productivo es cuando se requieren de grandes inversiones de capital para mejorar la actividad de los miembros de la asociación. En este aspecto, el asociativismo se utiliza como medio para incorporar esa tecnología o inversión que un productor por sí solo no podría hacerlo. Es allí donde interviene esta figura jurídica, donde la inversión conjunta en bienes de capital actúa como una herramienta de mejora en la producción de aquellos pequeños emprendimientos.

Se puede concluir que a través de la asociación rural los pequeños emprendimientos participan para obtener un beneficio común a partir de un principio insoslayable en la actividad asociativa que es la solidaridad, el trabajo en equipo, el compromiso y la ayuda entre los diferentes integrantes, a partir de las premisas de igualdad y el respeto mutuo de cada asociado en la búsqueda de un fin común.

La importante expansión de las fronteras productivas del campo argentino durante la última década, requiere que haya cada vez más pequeños y medianos productores que sean capaces de mejorar su rendimiento y competitividad frente a los grandes pooles agropecuarios que siempre tienden a avasallar a estos pequeños productores, simplemente por un cuestión de escala. Por ello, es cada vez más necesaria la incorporación de la figura del cooperativismo rural para los pequeños emprendimientos, porque la unión de estos con un fin común podrán contrapesar la posición dominante de aquellas empresas que dominan hoy el sector agropecuario.



Bibliografia
- INTA (28/05/2014). La Argentina promueve la soberanía alimentaria. Link a noticia: http://intainforma.inta.gov.ar/?p=21915

- Ministerio de Desarrollo Social: http://www.inaes.gob.ar/es/articulo.asp?id=39