"Ing. Enrique Martín Hermitte"
Soberanía y Seguridad Jurídica Popular
| Artículos de opinión
Autor | Federico Bernal,
06-11-2014 |
La verdad sí será transmitida: de Herbert Moreno al Nobel camporista... Basándose siempre en sus "altas fuentes" (la inmensa mayoría de los articulistas del diario La Nación justifica así la procedencia de su información), el matutino mitrista confirmaría en breve que el último premio Nobel de Economía, Monsieur Jaques Tirole, es conspicuo miembro de La Cámpora. Y no se equivoca: parece que Jorge Lanata ya tiene en sus manos la prueba vinculatoria entre la organización presidida por Máximo Kirchner y el delirante economista francés regulador de monopolios y oligopolios (especialmente los del sector de las telecomunicaciones). De hecho, todo indica que fue gracias a las gestiones del hijo de la Presidenta que Tirole consiguió el máximo galardón. ¿Y cuál es la lógica de semejante intriga?, nos interpelaría con razón el doctor Nelson Castro. ¡La nueva ley populista-chavista-nazi de telecomunicaciones! Un día después de otorgado el célebre premio y para reafirmar su relato, el matutino mitrista publicaba una nota contrarrestando la mala e inoportuna nueva con las palabras del ejército de especialistas de reserva al que ya nos tiene acostumbrados: "Algunos economistas, como Guido Sandleris, de la Universidad Di Tella, consideran que sus libros [los de Tirole] son manuales obligatorios. Cree que comparte con el Gobierno la búsqueda de regulación de los negocios [¡¿?!], pero de una manera muy distinta [¡aahhh!]. Mientras la Casa Rosada avanza sobre las empresas [léase monopolios u oligopolios], el trabajo de Jean Tirole propone modelos muy precisos para cada caso particular". Analizaremos esta insuperable zoncera más adelante en nuestro programa. Por lo pronto, diremos que Tirole y sus recomendaciones no existen para el relato monopólico en decadencia. Qué razón tuvo Cristina Fernández de Kirchner cuando días atrás señaló el ocultamiento del mundo real por parte de los medios del atraso y la exclusión. Se oculta la crisis, muy cierto; y se ocultan o vienen ocultando también y desde hace al menos una centuria los hitos históricos que en los países industrializados marcaron un antes y un después entre una sociedad sometida, presa del anarco-mercadismo, y una sociedad más justa e igualitaria. La verdad sí será transmitida...
Cuando Herbert Hoover aleccionó a Magnetto (I)
A propósito del proyecto Argentina Digital vale la pena recordar algunos pasajes de nuestra nota "Cuando Herbert Hoover aleccionó a Magnetto" (Tiempo Argentino - 12/12/12). En EE.UU., el lustro que fue de 1922 a 1927 se caracterizó por un crucial y áspero debate político e ideológico en materia de radiodifusión, por cierto, debate de notables similitudes al originado por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en la Argentina. Una seguidilla de conferencias masivas por el grado de participación y sus implicancias políticas y legislativas, fueron identificando los problemas del sector, estableciendo nuevos objetivos, redefiniendo conceptos y delineando las bases para un futuro marco regulatorio en el país norteamericano. Sucedía entonces que la legislación de 1912 resultaba incompatible con las nuevas necesidades nacionales y el exponencial crecimiento de la radiofonía. Las crecientes interferencias y el desmejoramiento del servicio, las desmedidas ambiciones privadas y el preocupante nivel de concentración económica estaban a la orden del día. ¿Quién debe controlar el sector de la radiodifusión? ¿Debe regularse o seguir desregulado? ¿Libertad de expresión o libertad del oyente? ¿Interés público o privado? Estas, entre otras, las preguntas directrices formuladas por los protagonistas del debate y que por supuesto habrían de dividir las aguas. Para quienes impulsaban la regulación estatal, como por ejemplo los senadores Clarence Dill y William H. Bora, "el futuro de la democracia estaba en juego". Herbert Hoover, entonces Secretario de Comercio e impulsor de un enfoque transformador favorable al interés público, opinaba que "un poder de persuasión radiofónico desregulado podría ser utilizado por inescrupulosos para sus fines personales". En la vereda opuesta, la poderosa Corporación Americana de Radio.
Cuando Herbert Hoover aleccionó a Magnetto (II)
La decisiva fuerza del secretario de Comercio Hoover (en adelante Herbert Moreno), más el masivo respaldo ciudadano desembocaron en La Ley de Radio de 1927, es decir, en el triunfo de la posición que privilegiaba el interés público por encima del poder corporativo. La citada ley y su superación con la Ley de Comunicaciones de 1934, permitieron regular y desmonopolizar las principales licencias. En su proyecto original, Hoover planteaba cinco grandes atribuciones para el Departamento de Comercio en calidad de autoridad de aplicación de la flamante normativa: "1) Asegurar el crecimiento de la radio: el gobierno aseguraría el crecimiento y desarrollo de la industria de la radiofonía a través de la regulación de la tecnología aplicada a ella; 2) Protección del público: el gobierno se sentía en la obligación de defender a la audiencia de locutores y contenidos irresponsables; 3) Protección a la libertad de expresión... de las emisoras, por medio de una legislación idónea". A propósito, resulta más que interesante rescatar el concepto de libertad de expresión según la versión que el mismo Hoover brindara en la conferencia de 1924: "Las emisoras de radio deberán estar libres de censura gubernamental, lo cual no implica que sean libres de transmitir cualquier contenido. Las mantendremos libres -libres de monopolios, libres en la programación y libres en la expresión- pero también habremos de mantenerlas libres de malicia e insalubridad". Los restantes dos grandes pilares de Herbert Moreno eran los siguientes: "4) Crear un mejor Gobierno: el gobierno podría utilizar la radio para protegerse a sí mismo y mejorar la administración del país. El Comité de Asesoría Radial listó las siguientes instituciones estatales como aquellas con intereses en la regulación del sector: el Estado propiamente dicho, el Tesoro, la Armada y los ministerios de Guerra, Justicia, Correo Postal, Interior, Agricultura y Empleo; y 5) Servir el interés público: el objetivo supremo del gobierno era el de proteger los derechos de la audiencia al asegurar que las emisoras sirvieran el interés público".
Herbert Moreno le habla a Mitre y a Magnetto
Durante la Cuarta Conferencia de Radio (9 de noviembre de 1925) -símil foros constructores de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual- Hoover en calidad de secretario de Comercio abrió la jornada con estas palabras: "Hasta el presente, hemos tenido una política de absoluta libertad e ilimitada operación, un campo abierto a todo el que quisiera transmitir aquello que desee. [...] El resultado fue un maravilloso y extenso desarrollo al que no se podría haber llegado de ninguna otra manera. [...] [Pero] se ha agravado el problema del tráfico y la frontera de la interferencia se ha expandido. Debemos enfrentar esta actualidad con franqueza. No podemos seguir con la idea del espacio ilimitado para cualquiera en las avenidas de la radiofonía. No tenemos más canales [...]. La disyuntiva es entre el interés público y el deseo privado, y nosotros no titubearemos en tomar la decisión correcta. [...] Escuchamos se pone mucho énfasis en la libertad del aire; pero a decir verdad existen dos posiciones en cuanto a la libertad del aire y la libertad de expresión conciernen. Está por un lado el que elabora los discursos y está por el otro el oyente. Ciertamente en radio, yo creo en la libertad del oyente. [...] La libertad no puede significar que cualquier persona o corporación disponga de una licencia para transmitir su nombre o sus mercancías, monopolizando así el aparato receptor del oyente. No conseguimos mucha libertad de expresión si 50 personas hablan desde un mismo lugar y al mismo tiempo [...]. El éter es un medio público, y su uso debe destinarse al beneficio público. El uso de un canal de radio se justifica sólo sí hay beneficio público. El elemento dominante para la consideración en el campo de la radiodifusión es -y siempre será-, el gran cuerpo de la audiencia pública, millones en número y de distribución nacional...". Cualquier coincidencia con la realidad (con esta Argentina) es pura casualidad..., conocida frase que bien podría explicar las notables similitudes entre lo sucedido en EE.UU. en el lustro 1922-27 y la Argentina de los años que van desde la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual al proyecto (y futura ley) Argentina Digital. Cuando en 1930 Herbert Moreno asumió la presidencia de EE.UU. expresó en su primera alocución a la Unión: "La competencia no sólo es la base de la protección al consumidor sino el incentivo para el progreso. No obstante, una competencia destructiva... puede empobrecer al productor y al asalariado". No había dejado las convicciones en la puerta de la Casa Blanca. En 1934, la Ley de Radio se complementó y optimizó con la Ley de Telecomunicaciones, imbuida por completo de New Deal roosevelteano. Dicha ley fue reemplazada recién por la reforma neoliberal de 1996, por cierto, analizada en detalle por Jaques Tirole en su libro "Competencia en las Telecomunicaciones" (Editorial MIT).
La verdad sí será transmitida...
A modo de cierre, una comparación al tratamiento que The Economist y el matutino mitrista dieron a la noticia del premio Nobel francés. Artículo del primero (13/10/14): "La Real Academia de Ciencias Sueca explica en su portal que Jean Tirole es uno de los economistas más influyentes de nuestro tiempo. Ha realizado importantes contribuciones teóricas en una cantidad de áreas, pero por sobre todas las cosas ha aclarado cómo entender y regular las industrias con unas cuantas empresas poderosas. Muchas industrias están dominadas por un pequeño número de grandes empresas o un único monopolio. Abandonados a la no-regulación, dichos mercados a menudo producen resultados socialmente indeseables -precios más altos que los motivados por los costos, o empresas improductivas que sobreviven por bloquear la entrada de nuevas y más productivas-".
El artículo de The Economist brinda al final la bibliografía completa de Tirole. Nos interesa destacar uno de sus trabajos, el titulado "The Politics of Government Decision Making: Regulatory Institutions" (1990), trabajo bisagra tal y como la mismísima Real Academia sueca distingue en su escrito donde justifica el galardón al francés. Llegado a este punto pedimos al lector que vuelva sobre las palabras del señor Sandleris (diario La Nación) citadas al comienzo. A ver, señor Sandleris, si Tirole propusiera un esquema para que los monopolios elaborasen por sí mismos marcos regulatorios anti-trust, luego derrocasen a los gobiernos constitucionales y, una vez en el poder, aplicasen la insólita nueva ley que los perjudica -sin mediar institución alguna, ni gobierno alguno-, entonces compartimos su crítica: es negativa toda regulación institucional de los monopolios.
Pero no, señor Sandleris, no. Justamente lo medular de Tirole pasa por la creación de instituciones y esquemas regulatorios anti-trust gubernamentales. De allí el trabajo bisagra del francés que mencionábamos arriba: "The Politics of Government Decision Making: Regulatory Institutions". En fin, Sandleris, Silvana Guidicci, Massa, Macri y sus zonceras "La Casa Rosada avanza sobre las empresas"... "El gobierno quiere controlar las telecomunicaciones", etc., etc. ¿Pero qué otra cosa van a decir? El trabajo del Nobel camporista se fundamenta en la intervención pública como regulador/limitador de las prácticas destructivas de los monopolios y oligopolios en el mercado. Argentina Digital fue su idea, Herbert Moreno su ejemplo primigenio y ahora la última fase de la maquinación populista con la nueva ley a punto de ser aprobada... Quieran o no la verdad sí será transmitida...