Las importaciones de gas aumentan, en un contexto no sólo de menor demanda sino también de caída de la producción de gas a nivel nacional (la producción no caía desde 2014 para los períodos seleccionados).
En nuestro informe publicado el 15 de octubre y titulado "Marcado retroceso en el camino hacia el autoabastecimiento gasífero: ya se importa más gas que en 2015 (enero a agosto)", señalábamos que "en el acumulado enero a agosto del corriente, después de 20 meses de tarifazo y con los precios del gas en boca de pozo más caros del mundo, lleva importados un 5,8% más que en igual período de 2015". Pues bien, y como fuera anticipado por este Observatorio, entre enero y septiembre las importaciones se agudizaron tanto en relación al último año del gobierno kirchnerista, como con respecto a 2016. El macrismo, que había venido para reinsertarnos en el camino del autoabastecimiento y la revolución energética, importa cada vez más gas natural a pesar de 1 año y 9 meses de la estafa del tarifazo.
El volumen de gas "no producido" entre enero y agosto de 2017 por no haber mantenido las tasas de crecimiento de 2016 (las de 2015 fueron también mayores a las de este año) alcanzó los 1.880.085 miles de m3. Las compras de gas a Shell, en igual período, fueron un 95% de ese volumen. El monto gastado en dichas compras: 387,300 millones de dólares (cerca de 7.000 millones de pesos).
Entre enero y julio del 2017, la importación de naftas y gasoil cayó un 12% interanual. No obstante, al analizar estos siete meses con iguales de 2015 vemos que las importaciones son un 29% mayores, paradójicamente a pesar de darse en un mercado más reducido en su demanda. Cuando discriminamos por tipo de combustible, encontramos un segundo dato interesante: las importaciones de la variedad Súper ascendieron un 114% entre 2017 y 2016 (2015 no registró importaciones durante los primeros siete meses), a diferencia de la Ultra que cayó un 94%. El ascenso de la primera explica cerca del 50% del incremento en las importaciones respecto de 2015. El restante porcentaje, el gasoil grado 3.
En el acumulado de los primeros ocho meses del año, el petróleo de origen nacional utilizado por el parque de refinación alcanzó los menores niveles de participación desde 2010 (como mínimo), al ubicarse en un 96,4% sobre el total de crudo procesado. La tendencia de 2017 es alarmante, más aún cuando para agosto (último mes computado) la liberalización de los precios de los combustibles todavía no estaba vigente.
La producción nacional de gas cayó un 1% interanual entre enero y agosto del corriente. Dicho comportamiento se refleja así en las provincias listadas y que juntas explican el 90% de la producción total de los primeros ocho meses del año. Neuquén registra un crecimiento del 3%, Tierra del Fuego un 18% y Río Negro un 4%. Las restantes provincias exhiben un marcado retroceso. Para tener una idea, la caída en los volúmenes sumados de Santa Cruz, Chubut, Salta y Mendoza casi que duplican el aumento de la producción de Neuquén, esto es, la responsable de la mitad de la producción de gas de la Argentina.
Al comparar entre tasas de variación para los dos primeros años de gestión neoliberal, se aprecia un desmejoramiento abismal de la producción de petróleo que, en lo que va de 2017, presente una ínfima mejoría.
Al comparar las tasas de variación de la producción de gas entre 2016 y 2017 (períodos enero en adelante a partir del primer cuatrimestre), se vislumbra en toda su magnitud el pésimo e inexplicable desempeño en lo que va del segundo mandato de administración Macri.
Las importaciones de gas -en un mercado interno en crecimiento, vale aclarar siempre- comenzaron a desacelerarse a partir de 2012, logrando en 2015 revertir la tendencia e importar un 10,4% menos que en 2014. Tal desempeño fue consecuencia de la notable recuperación en los niveles de producción nacional, sobre todo a partir de la renacionalización de YPF y al Plan Gas. La sustitución de gas importado por producción doméstica, en un contexto de demanda en crecimiento, prosiguió durante 2016 aunque los volúmenes de sustitución de gas importado fueron un 70% menores en relación a 2015. Es decir, si entre 2015 y 2014 conseguimos evitar la importación de 100 metros cúbicos de gas (al sustituirla por producción doméstica en permanente ascenso, como efectivamente ocurría), al finalizar el primer año macrista nos ahorrábamos de importaciones nada más que 30 metros cúbicos.
En un mercado interno cuya demanda de gas creció 2% en 2015 con respecto al año anterior, las importaciones de gas -que venían desacelerándose desde 2012- cayeron por primera vez desde 2008. La mayor producción, lógicamente, detrás de semejante resultado. Pero el incremento de las importaciones en lo que va de 2017 se da en un contexto inverso: la producción cae, la demanda de gas por redes está prácticamente estancada y la expansión del servicio público de gas registra mínimos históricos desde 1993. La aberración, sintetizada en el gráfico.
Entre enero y julio (inclusive) del segundo año de administración neoliberal, la incorporación de nuevos usuarios al gas por redes profundiza su desplome. La cifra es impresionante: una caída del 51% interanual.
La incorporación de nuevos usuarios al servicio de gas por redes, entre enero y agosto del corriente, es la peor desde 1993. La cifra inmediata superior fue la de 2002. En relación a los mismos meses de 2016, cayó un 63%. Y en comparación con igual período de 2015, la caída es del 70%.
El crudo utilizado por nuestras refinerías proviene en un 90% de dos cuencas: Neuquina y Golfo San Jorge. En 2016, la producción de crudo para ambas cuencas cayó interanualmente 2% y 5%, respectivamente. En 2017, la caída se acentuó: -6% para la Neuquina y -9% para la del Golfo. La intención del Grupo Shell es consolidar la apertura indiscriminada al crudo refinable extranjero.
Al comparar las tasas de variación entre 2016 y 2017 (períodos enero en adelante a partir del primer trimestre), se vislumbra en toda su magnitud el pésimo e inexplicable desempeño en lo que va del segundo mandato de administración Macri y del gobernador Omar Gutiérrez. En primer lugar, nótese la diferencia con las tasas de crecimiento del año pasado y del último gobierno kirchnerista (curvas verde y morada). En este sentido, la caída en la tasa de producción en relación a 2015 es del 67%. En segundo lugar, y específicamente sobre 2017, se advierte que a pesar del tarifazo del mes de abril la tasa de producción no para de caer.
Obsérvense los máximos históricos en el volumen de crudo importado durante 2017; en segundo lugar, los mínimos históricos en el volumen de crudo nacional para los dos años de administración neoliberal; y en tercer lugar, la contradicción entre un aumento del crudo de origen extranjero a pesar de una caída del total refinado: -5% entre 2016 y 2015, y -2% entre 2017 y 2016, por cierto, las peores caídas desde 2010.